Vinos Icónicos: Don PX Colección 1958, Bodegas Toro Albalá

  • Colaboración del Grupo Sobrelías (Revista, MarketPlace y Guía)

 

Hoy os acercamos dentro de nuestra sección de ‘Vinos Icónicos’ una delicia por la que el tiempo nunca pasa. Se trata del Don PX Colección en su añada de 1958 que elabora Bodegas Toro Albalá al amparo de la D.O.P. Montilla-Moriles. Pero, aunque os acercamos esta añada en concreto, cualquiera de las añadas que ofrece esta colección de vinos que elabora esta bodega son todos realmente increíbles.

 

Don PX Colección son elaborados como monovarietales Pedro Ximénez (de ahí su denominación de Don PX). Son vinos envejecidos durante generaciones, que se han dejado criar en barriles de amontillados para que el vino y la madera se fusionen con el tiempo y obtener resultados inigualables.

Estos vinos se incluyen dentro de su línea «Convento Selección”, ya que el sistema de embotellado se llama así, “Convento Selección”, como lo hacían los monjes cistercienses en el que se clasifican por un sistema de series propias. Toda la elaboración se realiza a mano, buscando seguir la Norma Recula de San Benito: “Viviendo del trabajo de las manos”.

 

Esta añada que os presentamos hoy, la de 1958, fue además de su increíble elaboración, calificada de excelente, lo cual la convierte con mucha probabilidad en una de las añadas icónicas de este vino dulce de Pedro Ximénez. Gran concentración, complejo, lleno de matices que hay que explorar y que evolucionan durante toda su cata. Realmente único, una auténtica joya.

Un vino que ha tenido una crianza de 65 meses en madera de roble americano y que se embotella sin filtrar, que nos deja en la fase visual de su cata un color negro, con un movimiento es un vino tremendamente denso, con una lágrima infinita, de las que no acaba nunca de bajar por la copa. En movimiento deja ver algunos reflejos yodados tan habituales en vinos de larga guarda de esta zona.

 

En la fase olfativa es tremendamente complejo, elegante, llena de matices que evolucionan de forma espectacular a lo largo de su cata. Caja de puros, tabaco, aportes balsámicos, frutos secos como o nuez moscada, aportes de regaliz negro. Aireando la copa se intensifica el conjunto aromático ya aparecen también toques a chocolate, bollería, pastelería, aportes especiados ligeramente dulces, incluso aportes a grosellas y ligeros aromas licorosos.

En boca es un vino difícil de igualar, con entrada elegante y sedosa, con un paso amplio por el paladar, envolvente, aterciopelado. La madera está perfectamente integrada con la presencia de los aportes de la uva, donde incluso aparecen toques a fruta roja, frutos secos (avellanas, almendras, …). Un choque de sensaciones que es una explosión de viveza en boca, con un toque de salinidad característico, uniendo el dulzor típico de este estilo de vinos con un ligero amargor y una ligera acidez que se contraponen dejando un paladar ‘infinito’ de enorme persistencia.

 

Una auténtica joya que hay que probar alguna vez en la vida y, si no puede ser esta añada, cualquier otra seguro que no defraudará

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