Una valdeorresa en París
Une vie en rose!
Un viaje a París puede recordarse como si de un sueño romántico se tratara. Dicho con las palabras del cantante Yves Montand: «C’est si bon!» Conocer a nuestra protagonista parisina -valdeorresa ha sido un verdadero placer. Delicada, conmovedora, sensible y tierna. Estos cuatro adjetivos definen a Mélanie Condé Álvarez, de 23 años y estudiante de derecho. Sus padres son de A Rúa pero Mélanie creció en París.
Os animo a leer esta historia en la que, con bastante seguridad, os estremecerán muchos momentos. Las líneas tienen un ruido muy distinto a los acordes del rock de Eagles of Death Metal. Es el ruido ensordecedor de la masacre.
Transcribo tal cual las palabras de Mélanie porque retocarlas alteraría su esencia y enorme encanto:
“A su mayoría de edad, mi madre vino a ver a una hermana mayor que ya vivía en Paris con su marido y se quedó porqué encontró trabajo rápidamente. En esa época mi padre vivía en Paris con su familia. El azar y el amor le llevaron a conocer a mi madre. Nunca olvidaron a su patria. Para mis padres, ha sido muy importante transmitirnos la cultura española.
Todos los veranos volvemos a A Rúa y me considero española. Tengo las dos nacionalidades. En A Rúa soy la pequeña parisina y aquí en París me consideran como la pequeña española. España no es una tierra extranjera para mí, es allí dónde están mis orígenes, mis amigos… Es como un pequeño cascarón del que tengo recuerdos preciosos. También es mi casa.
Mi sentimiento durante los atentados
El viernes 13 de noviembre, el móvil tenía el sonido de un mensaje inquietante: el tristemente famoso “¿dónde estás?» que todos los parisinos recibieron. A ese mensaje le siguieron un “¡vuelve a casa si estás fuera » o « hay tiroteos en París ». Envié una respuesta a todos mis amigos pero, sobre todo, llamé inmediatamente a mi hermano y a su mujer para tranquilizarlos. Después, desperté a mis padres.
Me había quedado en casa porqué tenía que terminar un trabajo para el día siguiente. Encendí la televisión y puse el canal del diario televisado en directo. Cuando supe dónde estaba sucediendo la tragedia llamé a dos de mis mejores amigos. Sabía que habían quedado para comer cerca de ese lugar. Me explicaron que se habían marchado del restaurante treinta minutos antes.
Tras el atentado de Charlie Hebdo en el mes de enero, ese viernes 13 de noviembre, los yihadistas hicieron comprender a Francia que todos los franceses estaban en peligro. No hace falta dibujar a Mahomet o ser judío para que estos barbaros nos odien. Solo hace falta vivir. El problema es que París es la cuidad del amor, de la cultura, de la gastronomía…
Todos conocíamos alguien, cada uno de nosotros podía ser a una de esas víctimas… Hubiera podido ser yo. Ese barrio es uno de los más famosos para ir a tomar una copa o cenar. En ese barrio celebré mis 23 años en octubre; fue en ese barrio donde mi novio, una semana antes, fue a tomar una cerveza con sus amigos; es allí donde voy a tomar un mojito con mis compañeros de Universidad. Esa noche no pude dormir. El alcalde de París pidió que el sábado, por razones de seguridad, quedásemos en casa. Todas las universidades, escuelas y tiendas cerraron. Algunos parisinos iban poner flores o velas a la plaza de la República, el gran símbolo de libertad para todos los franceses.
Tres amigas de mi entorno y uno de mis vecinos, perdieron la vida esa noche. Recé. No soy muy religiosa pero cuando ves tanta barbarie, cuando ves las víctimas, cuando escuchas los testimonios de los supervivientes… Es muy fuerte!
Quiero sentir la esperanza
Vivo al lado de la Torre Eiffel y ese día las calles estaban desiertas. La ciudad se paralizó. El shock era tan fuerte que los parisinos se quedaron impotentes, incapaces de expresar su duelo. La gente depositaba una flor, tocaba al piano…
El lunes 16 de noviembre, a las 12:00h, hicimos un minuto de silencio en la Universidad. Todos los franceses hicieron ese minuto de silencio. En mi universidad rompimos el minuto con La Marseille. No me avergüenza decirlo: lloré pensando en las victimas, esa injusticia me dolía demasiado. Y se lo puedo asegurar: había una unión nacional frente al terrorismo. Cuando nuestro presidente declaró el estado de emergencia (nos impedía una manifestación) todos entendimos que era por seguridad. EL mundo lloró con Francia y eso me recordó el 11 de septiembre.
La gente dice que no hay que tener miedo. Yo creo que el miedo que sentimos es sano. Sabemos que la vida es preciosa, un regalo y eso refleja nuestra humanidad. Quise salir, sonreír… Pero como sonreír después de tanto dolor?
No quiero comprenderlos… Franceses que matan a franceses, personas que matan a personas… no hay excusa. Varios franceses se llamaron « la generación Bataclan ».
Después de Bataclán
Tras estos eventos tan dramáticos que vivió Paris el 13 de noviembre, me gustaría transmitir un mensaje:
Quién soy para amar reír, cantar, bailar, beber vino en una terraza o ir a un concierto de rock, pop o para escuchar la música de Mozart o de Bach? Quién soy para deambular por las calles, hacer shopping, ver la maravillosa Torre Eiffel pero también protestar o argumentar? Quién soy para amar tanto el gris pizarra de los tejados parisinos (me recuerda a Valdeorras), Le Louvre o el encanto de las calles de París?
Quién soy con esos apellidos españoles? Quién soy como hija cuyos padres vinieron a Francia sin hablar ni una sola palabra de francés pero que supieron transmitir el amor a esta tierra acogedora?
Quién soy para amar tanto a la libertad, l’insolencia, el arte, los debates de ideas? Quién soy para decir que prefiero la caricatura al oscurantismo, la fuerza a la locura de las palabras y a la barbaridad de los hombres. Quién soy? Una mujer que vive en París.
«Quiero dar las gracias a creandotuprovincia.es por esta oportunidad para contar mi experiencia y daros la enhorabuena por la iniciativa.»
Gracias a ti Mélanie por este maravilloso relato.