Una casa en Amargura
Serrana, para un vestido
Yo te voy a regalar,
Ya te lo dije: estas cumplío,
No me tienes que dar ná
Ojos verdes. (Copla)
De la poesía a la biografía y de ésta a la novela histórica y de ésta… Así es la vida en la que nos movemos a base de circunstancias, intereses y actitudes. Elisa Vázquez de Gey (Lugo, 1955) cultiva desde hace muchos años esos tres géneros. Sus obras anteriores nos sirven, quizás, para entender las actuales: “Versos sin rimmel (Madrid, 1986, poesía) Queimar as meigas: Galicia 50 años de poesía escrita por mujeres (Madrid, 1988, recopilación de autoras gallegas en edición Bilingüe) y Atentamente suya (Madrid, 1995, poesía)
ANITA DELGADO
Cuando nos asombraba la Vida, la Leyenda y el Romanticismo si es que lo hubo de Anita Delgado nuestra protagonista se encontró con ella y publicó: “Anita Delgado. Maharani de Kapurthala” (1998) Una biografía oficial que a muchas (os) nos hizo soñar en su momento y también aunque como ella misma decía: “¡Sólo son cincuenta minutos!” El periodista catalán Alberto Oliveras (1929-2010) en su “Aventura Humana” nos hablaba de esta malagueña de la cual se enamoró un maharajá. Después Elisa ha publicado otras obras igual de interesantes: “El sueño de la Maharani” (2005) y la biografía: “La princesa de Kapurthala” (2008) ¿A quién no le ha gustado soñar y que este mismo sueño se haya convertido en una realidad?
“Las mujeres negras y mulatas, libres y esclavas, constituían un universo de vendedoras, artesanas, parteras, sirvientas y cuidanderas difíciles de controlar que se movían constantemente… Llegaron a convertir las calles en su territorio y esa movilidad fue una de sus estrategias de supervivencia… No sólo buscaron formas alternativas para educarse (bajo la tutela de sus patrones, de otras esclavas o apelando a la caridad cristiana de las parroquias), también aprendieron a usar y manipular la ley en beneficio propio. Utilizaron los servicios del síndico procurador para gestionar quejas de abusos por parte de sus amos. Hicieron amplio uso de la ley para reclamar, comprar o vender, exigir pagos de deudas o arreglar una herencia. Las mujeres negras o mulatas ‘negociaron’ su lugar en la sociedad habanera”
(Luz M. Mena, “Raza, género y espacio: las mujeres negras y mulatas negocian su lugar en La Habana durante la década de 1830” Revista de Estudios Sociales, número 26, abril de 2007, Universidad de los Andes, Bogotá, Colombia)
Pero cuando hace unos meses nos la encontramos en una presentación de su amigo el escritor, Javier Moro que también habló y escribió de los Maharajás y de Anita Delgado en su obra, “Pasión India” (Seix-Barral) Nos habló de que estaba trabajando en un nuevo volumen, más extenso y quizás (juzguen los lectores) totalmente diferente a los anteriores. Pero no por ello, menos interesante.
¿UN NUEVO TRABAJO?
Estamos ante un nuevo trabajo, algo totalmente diferente, pero sumamente interesante (en ocasiones los árboles y esos intereses antes aludidos) no nos dejan ver el bosque. La autora en esta ocasión se traslada a La Habana y nos invita de nuevo a soñar pero con una realidad, no con esas películas que vemos y nos hacen soñar y luego olvidamos. Si no con una realidad que no todos (as) queremos contar. La Habana de 1882 en donde se unen varios niveles de narración, desde sucesos inesperados hasta un extraño testamento. Hablamos, y nos lo cuenta nuestra autora, de cuando la trata estaba prohibida, ( que lejos nos queda) Misterio llega a La Habana y el Gobierno colonial la alquila a diferentes amos que uno tras otro le cambian el nombre, antes de convertirse en liberta de color y trabajar como cuidadora de una niña blanca en una casona de la calle Amargura. Vázquez de Gey nos transporta en esta obra a un período de la Historia casi olvidado. Tuvimos la ocasión de escucharla en una presentación en La Coruña a manos del redactor Jefe de La Opinión de La Coruña Santiago Romero (un enamorado de esta época) Un diálogo que llenó la sala. Y al ser preguntada: ¿Hablamos de un pasado, es tabú aún en España? – A lo que responde: “Cuando comencé a investigar, me di de bruces con el absoluto silencio. Todo está oculto, velado. Los nombres aparecen junto al adjetivo de negrero, o la palabrita trata. No se habla abiertamente nunca de la esclavitud como en Estados Unidos, en Francia o en Inglaterra. En España sigue siendo una asignatura pendiente” Son quinientas páginas que se dice pronto, pero quinientas páginas y una ardua labor de investigación. Un trabajo intenso. Contar como ella misma apunta unos hechos para que estos no vuelvan a producirse… Una Habana poblada de ricos españoles, damas criollas, gallegos, chinos y esclavos africanos, que bulle entre archivos de copistas, estudios de síndicos y singulares domicilios de escribientes callejeros. ¿Se acuerdan o mejor dicho, nos acordamos de ello? Imágenes que hemos visto miles de veces, pero no queremos o sí darnos cuenta de ello. Al pasar una a una esas quinientas páginas que nuestra autora ha escrito con suma paciencia y documentación, todas esas imágenes nos vuelven de nuevo nuestra cabeza, formando creemos parte de una realidad. Pues habla y hablamos de nuestra Propia Historia. “¿Volviendo al tabú- pregunta Romero- muchas fortunas gallegas arrancaron con la trata de esclavos?- Sí, hay importantes fortunas de entonces que proceden de la trata de esclavos en las colonias. Toda la documentación relativa con estas actividades se lavó, desapareció. Hay que ir a Cuba para rastrear los roles de los barcos. Por ejemplo, Urbano Feyjóo se llevó a la Habana un bergantín enorme y una fragata que estaban construidos en Ferrol, en los astilleros de Braña, cuyo dueño también estaba en el tráfico negrero”