Un valdeorrés en Suiza
“El mundo está mal, pero no sin esperanza” (F. Dürrenmatt. Escritor suizo)
Para nuestro valdeorrés protagonista de hoy, Facundo Fresnadillo, “Suiza es especial”. Tras Francia y Alemania, es el país europeo donde vive un mayor número de españoles. En 1974 llegaron a vivir en Suiza 176.635 españoles, una cifra que fue disminuyendo progresivamente hasta 2009, al calor del desarrollo económico en España previo a la crisis, que hizo que muchos de aquellos emigrantes regresaran a sus lugares de origen.
Facundo había recibido demasiadas decepciones pero nunca quiso desistir de lograr los sueños que tenía y tiene. Había estado en el País Helvético años atrás. Regresó con su familia a Valdeorras, a su Valencia do Sil, (Vilamartín) en el 2007 y, en el 2013, volvió a Suiza. “Nada de excusas, ni pretextos para lanzarme hacia un nuevo futuro, hacia una meta”. Se puso en marcha y aterrizó a las puertas de Morges en busca de estabilidad y empleo.
De Valdeorras a Suiza. En busca de una oportunidad
Morges es una pequeña ciudad a orillas del Lago de Lemán cerca de Lausana. Fue antaño un importante centro comercial. Su paseo ribereño ofrece una vista hermosa al lago y a los Alpes Saboianos. Pertenece a la región suiza de Vaud, lugar que atrajo a visitantes como Dostoievski, Flaubert o Graham Greene. “Tenemos la gran suerte de vivir en una zona muy verde que nos recuerda a Galicia, a Valdeorras. Desde nuestro balcón divisamos el lago Leman, los barcos… Si nos entra la morriña imaginamos las rías gallegas y recordamos las últimas vacaciones de verano. Trabajo como encargado de obra en una empresa dedicada a la insolación térmica de tejados, piscinas, etc. La mayoría de los días mi trabajo es al aire libre. Este hecho tiene ventajas pero un gran inconveniente: estás expuesto a altas temperaturas de verano y a las muy bajas del invierno. Siempre llevas encima el recuerdo de la tierra natal. Para mí, Suiza, es un proyecto de vida temporal. Tenía ganas de salir y aprender, de trabajar… En España no encontraba esa posibilidad. A mi llegada, mi conocimiento del idioma era prácticamente nulo, como mucho lograba defenderme, chapurrear… Mi escuela de idiomas fue la calle y el trabajo”.
Con la familia a los Alpes
“Antes de empezar esta aventura, uno piensa si está lo suficientemente madura la idea, si falta algún detalle…” Facundo no viajó solo. Lo acompañaron sus dos hijas y su esposa Victoria. A la más pequeña, Desiree, le encanta el cuento de “Heidi”. Quizás porque este cuento le despierte los mismos sentimientos que en su día despertó en su autora, la también suiza Johanna Spyri. Este hito de la literatura infantil, refleja parte de la vida de la conocida escritora, una mujer nacida en las montañas de Suiza que sufrió la añoranza de su pueblo cuando tuvo que trasladarse a vivir lejos de su hogar.
“Pienso muchas veces en los emigrantes de antaño, en los difíciles medios de contacto que tenían entonces: El correo postal y, una vez al año, el teléfono. Éste no solía usarse prácticamente nunca, salvo un instante para felicitar las fiestas navideñas, y sobre todo, junto con los telegramas, para anunciar una mala noticia. Muchos eran gallegos y se emplearon como temporeros, en el campo, la industria o la construcción. Se enfrentaron a condiciones complicadas, en algunos casos dormían en las fábricas”. Al drama de las condiciones de trabajo se sumaba el de la separación de las familias, ya que Suiza concebía esta emigración como temporal y no permitía la reagrupación familiar. Facundo lo tuvo claro: La familia viviría unida.
“Mi familia me ha enseñado el sentido del esfuerzo. El trabajo es el motor de la vida de nosotros, los emigrantes, y nuestra razón de ser, nuestra justificación básica, que desempeñamos con tesón y disciplina, sin descanso, sin permitirnos el lujo del cansancio, con el único fin de multiplicar nuestro ahorro. Frente a ello, el ocio es el tiempo peor parado, pues lo sacrificamos sin reparo, a pesar de ser necesario”.
Cuando pensamos en chocolates, en puntualidad, en paisajes como de cuento con casitas y vaquitas alrededor, en precisión…muchos asociaremos esas imágenes a Suiza.
Suiza es un país donde cada minuto cuenta. Por un minuto pierdes el tren y todos tus planes pueden venirse abajo. La gente es muy puntual. Es admirable el respeto por lo ajeno. Las casas no necesitan rodearse de demasiada seguridad (aunque cada vez menos, eso lo noto a medida que pasan los años). Hay también un gran respeto por la naturaleza y ves día a día como niños, jóvenes y adultos actúan de forma espontánea.
Facundo añora Valdeorras. Añora su casa, su pequeño jardín… “No me planteo volver a Valdeorras hasta que no me retire, en la vejez. Si estás unos años fuera te cuesta. No puedes no vivir en España lo que ya has vivido en Suiza, eres distinto y sientes que ya no eres de ningún lugar. Pero…nunca se sabe”.
Gracias a Noticias Valdeorras por esta sección, por contactar con los que estamos lejos en la distancia pero no en el corazón.
“Es triste vivir en una época en la que hay que luchar por las cosas evidentes”. (Friedrich Dürrenmatt. Escritor suizo)