Un monolito recuerda a los escolares fallecidos en el accidente de autobús de Vilamartín hace 40 años
- Un homenaje a la puerta de la iglesia reunió a familiares, vecinos y amigos así como a los que salieron ilesos: “la tragedia nunca se olvida”, dicen
El 19 de abril de 1977 la tragedia sacudió a Vilamartín de Valdeorras, golpeando a varias familias cuyos hijos perdían la vida, concretamente 12 escolares de 6 a 14 años, en un accidente de autobús que conmocionó, como nunca hasta entonces, a la comarca de Valdeorras. Todos recuerdan aquella fecha como el día más negro de la historia del municipio. Un homenaje en la iglesia de Vilamartín, con la colocación y bendición de un monolito con los nombres grabados de las víctimas, sirvió para recordar a aquéllos niños y para arropar a las familias afectadas. El acto, que contó con numerosas personas del municipio y la comarca, fue promovido por Gelines Trincado, que perdió a su hermano en el siniestro, junto a un grupo de familiares y amigos de las víctimas.
El homenaje desató las lágrimas de muchos de los presentes, el sentimiento desgarrado y anclado en el corazón durante 40 años pero tan presente como si hubiese ocurrido hoy. “Una tragedia así no se olvida nunca, nunca. Está ahí todos los días. Eran exactamente las 14,35 de la tarde cuando ocurrió”, decían personas que iban en el autobús aquél fatídico día y que lograron sobrevivir.
Todo arrancó con unas emotivas palabras de Gelines Trincado, quien destacó que cuestión de segundos niñas y niños perdían la vida “congelando parte de nuestras vidas para siempre”. Expuso que la muerte se los llevó a una corta edad, “apagando sus sueños e ilusiones y pasando de vivir con nosotros a vivir entre nosotros”. Y dijo “nadie en Vilamartín los debe olvidar nunca, pase el tiempo que pase. Siempre estaréis con nosotros”. Después hubo una misa.
Los entonces niños que iban en el autobús, los que sobrevivieron, acudieron al homenaje mostrando su tristeza. Es el caso de José Manuel Pinto Ribeiro, que entonces tenía 14 años, sobrevivió pero se rompió las piernas. Su hermano, salió despedido del autocar y resultó ileso. “Hoy ríes y cantas pero esa herida no se cierra nunca, ni para las personas que perdieron a sus hijos, que hubo quien perdió a dos como los gemelos de San Miguel de Outeiro, ni para los que los que estábamos en el autobús. Todos los años desde entonces se realizaba una misa, y ahora, con este homenaje, aún cuando sea un día triste, es una forma de unirnos todos en el sentimiento, de arroparnos unos a otros, de solidarizarnos”, explicó.
Por su parte, otro superviviente, Vicente Rodríguez Ferrer detalló que “me quedé inconsciente y desperté en el Hospital de Ponferrada. Abrí allí los ojos. Tuve traumatismos y aún tengo una cicatriz en el brazo. Algunos resultaron ilesos. Cada vez que paso por el lugar del accidente, camino de A Rúa, y lo hago frecuentemente, se me ponen los pelos de punta, me entran escalofríos. Me acuerdo todos los días”, dijo visiblemente afectado.
El accidente ha dejado una huella imborrable tanto para los que lo sufrieron en sus propias carnes como para los que fueron testigo de ello. “Yo era un niño y cuando me enteré, me desmayé”, dice un vecino. Y todos estuvieron con Vilamartín. De hecho, personas de localidades vecinas de A Rúa y O Barco se trasladaron aquel fatídico día a brindar su ayuda en el lugar. “Hubo muchas manos solidarias. Fue todo un horror”, dicen los que participaron en labores de rescate.
Al acto-homenaje a las víctimas del accidente acudieron, además de un buen número de vecinos del enclave, el alcalde de Vilamartín, Enrique Álvarez Barreiro, así como miembros de la Corporación municipal; el teniente de alcalde de A Rúa, Luis Fernández Gudiña y el alcalde de Petín, Miguel Bautista Carballo, entre otros.
Una niña, un niño y una vecina depositaron flores a los pies del monolito. El recuerdo de los que se fueron sigue vivo.
- El homenaje en imágenes: