Sobre el cambio del modelo productivo o «por qué lo llaman amor cuando quieren decir sexo»

  • Por Santiago Molina Jiménez

Estamos viendo cómo desde todas las trincheras se lanzan ráfagas indiscriminadas con el mensaje de que “para ser más competitivos es imprescindible innovar y aumentar la productividad” que resulta tan eficiente como decirle al náufrago que se ahoga en medio de la Mar Océana: “nade usted hacia allí, hacia la costa”.

El caso de VESTAS, la fábrica de aerogeneradores que ha anunciado su cierre definitivo en León, es todo un ejemplo para obligar a quien corresponda a dar un volantazo de 180 grados a la ceguera de la Junta de Castilla y León comprometida con el desarrollo de un modelo productivo cortoplacista que no genera más satisfacción que la inmediatez en la creación de puestos de trabajo, sin duda necesarios, pero sin garantías de que cumplido el contrato, esos a quienes hemos recibidos con alharacas a lo “Bienvenido Mr. Marshall” y a mayor abundamiento poniendo pasta, no nos dejen (es dicho popular) “la prebenda en el morral”.

No es la primera vez que una “gran empresa” (grandes de tamaño pero no de alma) sin rostro (pero con mucho rostro) se aprovecha de fondos públicos (nuestro dinero) para establecerse en un territorio se supone que para no empezar perdiendo (como les pasa al resto de emprendedores) y, una vez obtenida la rentabilidad inmediata darse el piro sin despeinarse, mientras suenan de fondo los acordes de “La bien pagá“ y muy especialmente la parte del “na te pido, na te debo, me voy de tu vera olvídame ya”.

Por mucho que todos los frentes converjan en ese cliché que pasa por la necesidad de “aumentar el tamaño de las empresas y la innovación”, parece que los ejércitos en conflicto se olvidan de que cuando el 95% de las empresas de Castilla y León son microempresas con no más de 3 empleados, más del 53% de estas empresas directamente no tienen contratado a ningún trabajador y el 42 % restante tienen entre 2 y 3, el tiempo que pueden tardar en “crecer e innovar” en el sentido en que esgrimen estos términos los espadachines de la macroeconomía se puede prolongar como la línea del horizonte, pero estas empresas son el punto de partida para el desarrollo de cualquier estrategia, y aun cuando el camino nos pueda parecer largo, también será firme y seguro puesto que sólo estas empresas se encuentran comprometidas con el territorio en el que se ubican e implicadas con su población.

De la película ¿Por qué lo llaman amor cuando quieren decir sexo?

 

No sé si los responsables de poner en marcha las estrategias para el desarrollo económico y social de nuestra Comunidad son conscientes de que cuando hablan del “crecimiento e innovación en las empresas” como si fuera el bebedizo contra el desempleo y la despoblación, no están teniendo en cuenta el tejido empresarial real de Castilla y León sino que están fantaseando con multinacionales que, como aquellas “vamp” del Hollywood clásico, vienen de fuera para darle la vuelta a la tortilla de la seducción haciéndonos creer en la superioridad de nuestros méritos y, una vez pasado el periodo de la rentabilidad inmediata y cuando ya creíamos haber redimido para siempre a la pecadora, poner las cosas en su sitio y arrastrarnos a una “perdición” que toma la forma de desempleo y de despoblación. Esto es lo que está ocurriendo.

Nuestra Comunidad, recogiendo el guante de Quevedo, tiene que mirarse “por de dentro” hasta que sea capaz de desarrollar su propio Plan de Gestión basado en las riquezas de su territorio, en el conocimiento de sus gentes, en las empresas que día a día están generando riqueza, en sus hombres y sus mujeres, en las inquietudes de sus jóvenes y en las necesidades de sus mayores.

Y es que, a ver si asumimos de una vez que Castilla y León solo es rentable para esas multinacionales, a las que creemos hacer la corte cuando en realidad nos limitamos a poner la cama y terminamos apaleados, en la medida en la que dispongan de dinero público. Si quienes toman las decisiones no piensan en la configuración del tejido empresarial real de Castilla y León y no empatizan con nuestras microempresas (que son quienes día a día mantienen activa nuestra Comunidad) tomándolas como medida y referencia para el desarrollo de las políticas económicas, entonces el problema es aún más grave de lo que pensábamos.

El Consejo Económico y Social aporta otro dato que acredita desde la “conclusión” del informe y no sólo desde la “evidencia” de la reflexión, la necesidad de que se impone el abordaje de un cambio en el modelo productivo diferenciado y autóctono: En comparación con otros países europeos, el número de empresas por habitante en Castilla y León duplica la ratio de países como Alemania, Bélgica, Dinamarca o Reino Unido”. Ahí es nada; paradójicamente somos líderes en la cultura del emprendimiento (o en la individualización de las relaciones laborales mediante falsos autónomos) sin que eso nos garantice un futuro mejor sino todo lo contrario. Toma ya.

La pequeña empresa representa el 4% y viene a tener una media de 22 trabajadores mientras que el peso que soportan las empresas medianas y grandes apenas alcanzan el 0,50%. Volvamos la vista hacia quienes representan ese 95% del tejido empresarial de Castilla y León, y convirtámosles en el motor económico de nuestra Tierra, en lugar de seguir confiando en las malas prácticas alardeadas por las multinacionales por medio de oportunismos y chantajes carentes de toda ética y sin que nadie se atreva a moverse, no vaya a quedarse sin salir en la foto. Ahora bien ¿qué foto? ¿La de una Comunidad que pierde empleo y población anual a un ritmo que ya merece ser calificado de escalofriante?

Frente a las empresas sin alma, los proyectos compartidos. Frente a las decisiones tomadas en base a los beneficios, aquellas que posicionen a las personas por delante del capital. Empresas comprometidas con el futuro de nuestra Comunidad por su vinculación con el territorio. Empresas que tienen en cuentan a los trabajadores y trabajadoras en la toma de decisiones y en la definición de las estrategias. Empresas que promuevan condiciones laborales dignas y el desarrollo profesional y humano de las personas que las integran.

Si bien la Junta de Castilla León cuenta con instrumentos de apoyo como el incentivo a la participación de los trabajadores en las empresas reforzando su capitalización y autofinanciación e incorporando a los trabajadores como socios (apoyando por lo tanto la inversión) la promoción de estos instrumentos en una Comunidad como la nuestra necesita Organizaciones fuertes que contribuyan a la implantación de los modelos de gestión de vanguardia que exige la empresa del S.XXI; Organizaciones que como AEMTA, construyan una nueva cultura del emprendimiento insistiendo en los elementos diferenciadores que caracterizan (en nuestro caso) a las Sociedades Laborales porque se hace necesario en el contexto empresarial real de Castilla y león, mostrar la utilidad del modelo mercantil que defendemos y promocionamos como herramienta favorable al mejor de los emprendimiento posibles que tiene que asentarse sobre dos pilares: el compromiso con los trabajadores (que además son socios) y la vinculación con el territorio, en un intento por poner de una vez el dique al torrente de la despoblación.

 

  • Artículo elaborado por Santiago Molina Jiménez

Santiago Molina Jiménez

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