Serendipia (Voy a ser mamá)
Sorpresas. A veces abres una caja imaginaria y no encuentras nada más que sorpresas. Supongo que es la magia de vivir sin muchas expectativas aparte de las más básicas y necesarias. En mi caso, vivir de lo que me gusta, tener suministro ilimitado de chocolate de por vida y dar la vuelta al mundo con Ewan McGregor. Hay que mantener el nivel bajo, muchachada. Ese es el secreto para ser feliz.
Una vez vi la película ‘Serendipity’. Me gustó mucho, no lo voy a esconder. Por alguna extraña razón, me apasionó la idea de que hubiera cosas ‘marcadas para ocurrir sí o sí’. No creo en el destino ni en nada de eso, pero aquello era tan bonito, tan ideal. ‘Tan sumamente increíble’, le dije a mi barqueta de helado mientras le robaba una cucharada sopera más. Me duró poco. Con el helado venía una botella de vino. A la mañana siguiente vino la resaca y el empacho, por lo que me juré no volver a pensar en esa tarde nunca jamás. Y así fue. Hasta que, el otro día, años más tarde de aquella ‘experiencia religiosa’ (Enrique, tu canción jamás será olvidada), algo me hizo revivir aquella ilusión.
Como decía, el otro día, rebuscando en un cajón del armario (no os voy a decir que era el cajón de las bragas, porque quedaría muy feo. Oh, vaya), saltó en la radio la que era una de mis canciones favoritas cuando era pequeña. El título es igual al nombre que le voy a poner a mi niña. No había escuchado esa canción en años. No salía de mi asombro (Café Quijano no es muy frecuente en aquella emisora, y menos después de, por lo menos, quince años), cuando me asaltó otra idea: uno de los padres del bebé era la primera persona que había conocido en Málaga, y se había convertido, desde entonces, en mi mejor amigo. ¿Coincidencia? Seguramente, pero, eh, no. A veces, las cosas pasan por alguna razón (es lo que quiero pensar, y que nadie me baje del burro).
Puede que os hayáis perdido un poco leyendo el párrafo anterior: Veréis, voy a ser mamá. Voy a tener un bebé. Es la experiencia más extraña que podríais imaginar. Tienes ganas de que nazca, pero no sabes bien si quieres que salga de tí o si prefieres quedártelo contigo para siempre. Estás segura de lo que has hecho y quieres afrontar las consecuencias pero…¿y si no llega a ningún lado? ¿qué tipo de madre seré? ¿habrá merecido la pena todo el esfuerzo? ¿estaré a la altura? ¿me estaré tirando a una piscina demasiado profunda para mí? No hay libro en la faz de la Tierra que pueda resolver esas dudas. Y sí, habéis leído bien. Mi bebé tiene dos padres (los quiero con locura a los dos).
Mamá, no te alteres, no he hecho nada fuera de lo normal. Para que te tranquilices, fue concebido entre pasteles y delante de un ordenador. Vale, a lo mejor no lo estoy mejorando.
Antes de que llames al 112, te contaré que mi bebé se llama ‘Lola’ (Nombre completo: ‘Lo que Lola quiera’; sabes que nunca he sido de nombres normales), que va a nacer en febrero y que los días de visita son los domingos del mismo mes. He decidido tenerlo en Microteatro Málaga (que mame lo que tiene que mamar). Podrás ver a su padre, Lolo Martín, va a estar conmigo todos los días. Victor Castilla es más despegao de la vida, pero estará allí en el ambiente, en la atmósfera. No sé cómo nos va a salir, no sé si te va a parecer gracioso, bonito o te vas a arrancar los ojos y los oídos. Pero es nuestro primer bebé, y vamos a reventarnos para que sea tan increíble que no pueda ser el último.