¿Sabes qué es lo mejor para dormir?
A mí de pequeño siempre me dijeron que para quedarse dormido de noche lo mejor era contar ovejas; así que te ponías a contar, y con las mantas, cuando ibas ya por el borrego 1.723, no balabas de milagro, pero te quedabas frito. Y hay quien dice que hasta algunos se hicieron pastores, de eso de la iglesia anglicana, pero yo en eso ya no entro que soy de francés.
Después, de los 20 en adelante ¿para qué ibas a dormir?. Más bien contabas las horas que estabas fuera de casa y al independizarte, como pagabas tú la casa, hasta te planteabas si no sería mejor alquilar una cama por horas porque para el tiempo que la utilizabas… Y luego, ya con los 50, en vez de ovejas el asunto pasó a contar valium por unidades o al peso, que de todo hay. En fin, que el asunto era contar; pero claro, el problema del valium es que es química y la química… pues que reacciona, interacciona y es un lío.
Tú te tomas una pastilla, y si la pastilla fuera directamente al cerebro a un habitáculo que pusiera «Se duerme» y nada más entrar te encontraras a las células de fiesta… pues sencillo, de la cápsula bajaban los guerreros valium (al mejor estilo caballo de Troya) y a leches con todas ellas y te quedarías sopas al momento. Pero no, la pastilla va por todo el cuerpo navegando por la sangre y ya me dirás tu, qué tiene que ver el sueño con el dedo meñique del pie, pues hasta el dedo meñique llegan los guerreros valium. Total, una pérdida de tiempo.
Pero hace unos días descubrí que para dormir hay un sistema que no falla; llevo con él dos días y es maravilloso: las películas francesas. Una película francesa es lo mejor para dormir. Supongamos una escena en una cocina donde hay una joven. Entra un hombre, la cámara que le enfoca a la cara, luego enfoca el rostro de la chica, otra vez a la del hombre, nuevamente a la de la mujer… y así, pues 1.600 horas bien a gusto están y tú dándole al volumen creyendo que dicen algo, pero no.
Y luego, barrido de la cámara por la cocina y esto es lo maravilloso de estas películas, van tan lentas fijándose en todo lo de la cocina en detalle, pero en tanto, que hasta puedes organizar la compra porque pasa la cámara cerca del grifo y te dices :«¡es verdad!, me fatal el Fairy, el Soctch Brite, el Dixan ese, el… » y cuando llegas al Calgonit, solo pensar que pesa como 5 kilos… bueno bueno, no hay mente que lo soporte, planchas la oreja como un benditiño.
Manuel Guisande
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