Pizza en la cama
Viernes. Día mundial del teatro. Despierto en mi cama a las 11.30 de la mañana, reventada. Supongo que es la sensación propia de cuando te topas con una banda callejera por la calle y te inflan a galletas (a María. A galletas María. Bueno, todos sabéis a lo que me refiero). Supongo, porque, gracias a las marmotas del mundo (es decir, las diosas que mueven mi vida), nunca me han dado una paliza, pero la sensación física que tienes tras el segundo día de función en un teatro es algo parecido a lo que he descrito. Excepto si haces de árbol. Si haces de árbol y te duele todo, lo mismo deberías mirártelo.
Mientras escribo (esto es una imagen que mis padres van a adorar), navego en un mar de tabletas de chocolate y envoltorios de bombones que sólo pueden indicar una cosa: la metamorfosis mensual ya ha tenido lugar – vuelvo a ser Amy Winehouse hasta nuevo aviso, con todo lo que eso conlleva: dependencia del chocolate, emocional, independencia absoluta, alegría y energía, depresión y ‘voy a pedir comida por internet porque hoy no tengo ganas ni de hacer macarrones pelaos’. Todo esto en media hora y sin haber llegado a la fase de dolores pélvicos (sin ser yo feminista, pienso que los tíos sois muy felices y no tenéis ni zorra de lo suertudos que sois).
Mi teléfono vibra. Me lanzo a por él cual ave rapaz se lanza a por su presa y compruebo que es un correo. Lo abro y me encuentro un mail ‘invitándome’ a participar en un evento de un día para actores, productores y directores de casting que organiza una plataforma de casting virtual nacional en la capital. ‘Ole’ es, tal cual, mi primer pensamiento. Pincho en ‘Quiero participar’ y me dirige a una página de crowdfunding. Nada raro hasta ahí. Decidida iba yo a apuntarme (‘networking a jierro, motivación máxima. * Click* En realidad, ¿que pinto yo allí? Si no se moverme cuando hay gente alrededor…* Click* Macho, vámonos. De aquí a los Goya’. Para muestra, un botón), cuando veo los importes con los que se puede participar y las ‘recompensas’ por aporte: por €65, te dejan entrar al recinto y hacer un casting ECO. Un ‘casting ECO’ es, literalmente, hablarle a un cubo de reciclaje de vidrio. Por €85, a la experiencia anterior, le sumamos una foto de perfil para la susodicha página. Por €150, todo más cena con los ponentes de las mesas redondas. No te digo yo que no vaya a ser útil, ni quiero desmerecer el trabajo de esta gente, verás…es que a) con €65, invito a mis amigos a unas copas, designamos un cámara y hacemos el ‘casting ECO’ en el cubo de al lado de mi casa y tenemos huevos de subirlo a Youtube y hacerlo viral. Con €85, me hago un book nuevo y también el ‘casting ECO’ (sin alcohol, que tampoco hace falta) y por €150, le digo a mi abuela que nos vamos a Madrid a hacer paellas a diestro y siniestro y me pongo en la puerta a repartir tapas con mi currículum.
Lo sé, tengo menos futuro en mi profesión que un libro de ética en la casa de un espectador de Mujeres, Hombres y Viceversa, pero creo que se han olvidado de que somos actores. Y hay hambre.
Hambre. Llaman al timbre. La pizza. Ha llegado la pizza. Me arrastro hacia la puerta, cojo la pizza, cierro la puerta. Me arrastro de vuelta a la cama. ‘En realidad no me apetece pizza del todo. Oh, mira cómo huele, qué buena tiene que estar’. Tengo sueño. Engullo la pizza. ‘No tendría que haberme comido una pizza. ¡Oh, mira! ¡Chocolate!’. Que le den por saco a todo. La vida es tan bonita, tan efímera. Me voy a sobar.