“Nuestros Peter Panes”
- Por Juan «El letrastero» desde su sección “Acuéstate y suda”
Decía Joe Strummer, el cantante y guitarrista de los siempre presentes The Clash, que: “El empuje y la energía que se tiene en la juventud nunca más vuelve”. Opino en parte igual que él. No es que no vuelva, sino que la sociedad, así como los acontecimientos que la vida nos va presentando, dejan tapiada esa entrada por la que los impulsos se colaban en cada uno de nuestros momentos, perpetuados por un arrobamiento tenaz en fase eufórica y discontinua. Para lo bueno o para lo malo, pues son los momentos agradables los que deben primar siempre a la hora de cerrar el baúl de los recuerdos.
A medida que creces, compruebas como se presenta algún que otro revés, de esos que golpean con el picaporte de una, y aguardan a que abras la puerta con la mano abierta… de dos, o más hostiones cargados de impulso. Y por supuesto, con los pies de la realidad anclados en el felpudo áspero y sucio de lo ingrato. Sé de casos que, si existiese el Premio Nobel a la superación y a las ganas de ir siempre hacia adelante, resultaría complicado el poder deliberar un ganador, puesto que el ramillete es extenso. De esa gente se aprende. De mi gente… aprendo.
Sé de casos que, si existiese el Premio Nobel a la superación y a las ganas de ir siempre hacia adelante, resultaría complicado el poder deliberar un ganador, puesto que el ramillete es extenso
Seguro que a muchos les tocará la fibra la película “Live is Life”, dirigida por el monfortino Dani De La Torre y con Albert Espinosa de guionista. Fue ver el tráiler y pensar: esas sensaciones, esos paisajes, esas bicicletas, y también ese afán de aventura ‘mesturada’ con grados de ingenuidad… me recuerdan a unos jóvenes que tal vez nunca dejamos de serlo, porque, ¿qué tiene de malo seguir almacenando ese conjunto de tu niñez del que parece del todo imposible deshacerte? Nada, no tiene nada de malo. Al contrario, siempre pueden ser esa gama de colores que ponemos en la paleta cuando nos pintan el panorama negro a base de bastos; negándonos a dibujar algo que no transmita ni tan siquiera una micra de alegría. Siempre he dicho que la sonrisa es la mejor tarjeta de presentación que puede tener una persona. La sonrisa es contagiosa, franca y sincera, entre otras cosas. Y debería estar impuesta por prescripción facultativa para aquellos que se empeñan, ya no en no mostrar la suya, sino en amagar su expresión en toda boca ajena.
Siempre he dicho que la sonrisa es la mejor tarjeta de presentación que puede tener una persona
Se suele decir que según vas cumpliendo años, tienes que ir sepultando etapas e ir adquiriendo un cierto status y temple social. Difiero de todo ello. Parece ser que lo que toca es madurar y que vayas cumpliendo unos estándares que, el decálogo de perfecto ciudadano te dicta, con el dedo índice señalándote, para que no te quede ninguna duda de que se está dirigiendo a ti, y no al de atrás tuyo en la fila de los “Peter Panes”. ¿Qué queréis que os diga? Pues que en mi caso y en el de la gente con la que me rodeo y me siento a gusto, esa no es una premisa esencial. ¡Ojo! Que ya se lo tuve que aclarar a varias amistades de esas que van cambiando por la nefasta regla de ir acorde con la edad; que ni se trata de vivir anclado en el pasado, ni no evolucionar, al contrario. Tal y como decía al principio el bueno de Joe (Jimmy Jazz te tenga en sus fugas), no eres el mismo en la juventud que en la madurez, evidentemente. Pero lo importante es seguir siendo tú. Me explico: no esperéis por ejemplo de mí, fotos con camisas tono ibicenco o polos impolutos con banderitas bordadas, no (mis únicas banderas son la ropa tendida, que decían Extremoduro). Ni sentado sobre el césped de un jardín y con una sonrisa dirigida por el señor que está realizando la sesión fotográfica, tampoco. En mi caso, y en el de la gente que me rodea; esperad mejor una foto con mi familia y mis amigos, familia también, delante de un churrasco, vaso en ristre y con mi camiseta de Ruxe Ruxe o de Rosendo. Pero sobre todo, robando ‘anacos’ de esa naturalidad que nos permite mirar a nuestro alrededor de manera horizontal y nunca por encima de hombros. Sin otra intención que, continuar almacenando más instantes reunidos que los de los Juegos Geyper. Empeñados, evidentemente, en llevar la cuenta de miríadas sonrisas con las que mandar al espacio exterior nuestras ilusiones con forma de estrella. El astrolabio que mide la distancia entre nuestra niñez y nuestras posteriores etapas, no debería incorporar elementos como las ansias de aparentar o el aburguesamiento colectivo y bien visto. Porque, ¿de qué sirve vivir de puertas para afuera o siguiendo el patrón marcado, si no eres feliz contigo mismo? Pues de nada. Así se cae en el pozo de la falsa realidad. Así dejas de ser lo que eres… tú.
…ni se trata de vivir anclado en el pasado, ni no evolucionar […] no eres el mismo en la juventud que en la madurez, evidentemente. Pero lo importante es seguir siendo tú
Por eso, seguid sacando de vez en cuando los álbumes de cromos de aquellas ligas en las que los defensas tenían mostacho, los delanteros se despeinaban de tanto cabezazo, y algún que otro portero parecía salido de la quinta galería de La Modelo. Yo lo hago de vez en cuando con el album del Mundial 82. Repaso los Rummeniges, Gentiles, N´Konos y Platinis. Ah, también sé de algún amigo que remueve sus chapas con los rostros de Urrutis, Arteches y Atilanos en la antesala de la cincuentena. ¿Y qué tiene eso de malo? Pues nada.
Lo que vengo a decir (menuda chapa la de este mes), es que no hay que renunciar de lo fuimos, porque lo somos y lo seguiremos siendo. Y los que no, pues mi más sentido pésame por ese niño al que un día dieron sepultura para creerse alguien más serio y con la vida encaminada… ¿Hacia dónde? No me preguntéis, que no tengo respuestas para esas cuestiones. Aunque, como expresó Antonio Machado: “Caminante no hay camino, se hace camino al andar”. Pese a que yo sea de los que prefiere volver a pasar por las sendas que te traen buenos recuerdos. Tal vez por ello, me siga perdiendo cada vez que estoy en mi pueblo, día sí y día también por el camino de Os Sequeiros.
Me juego una Mirinda y unos cuantos caramelos Chimos, a que todos los que nos emocionamos en 2010 con la película “Héroes” (Pau Freixas y Albert Espinosa), seguramente lo haremos con esta “Live is Life”.
Mi más sentido pésame por ese niño al que un día dieron sepultura para creerse alguien más serio y con la vida encaminada…
No se trata de resucitar al niño que un día fuimos, sino más bien de seguir alimentándolo y no dejarlo abandonado por ahí, como si no hubiese significado nada en nuestras vidas. Todos los que hayan tenido esos veranos anclados en su infancia, y que yendo dormidos con la sien apoyada en el jersey, que amortiguaba, en cierta manera el leve golpe contra el cristal de la ventanilla… no hayan oído la ansiada frase de: “Despierta, que ya estamos en Galicia”, puede que no entiendan a qué me estoy refiriendo.
Si tienes entre las cejas libertad, no te vayas a dormir que aún es de día, (Leño)