Monstruos Amarillos

Alba Novoa

Alba Novoa

 

 

Soy el orgullo del gobierno y que nadie me lo niegue. Este curso lo he sido y este verano lo soy. Soy una de esas personas que no ha pedido beca y ha contribuído a esa cifra mágica de la que tanto le gusta presumir en verano a mi amado Rajoy (lo de amado lo digo sin ningún tipo de ironía o sarcasmo, lo quiero mucho. ¿Cómo no voy a querer a alguien que tiene problemas de dicción y lapsus peores que yo? Lo amo. Me casaría con él. Lo amo tanto que estoy deseando que lleguen las elecciones para darle vacaciones al pobre hombre, que lleva ya 4 años ayudando al país. Y a los de su partido también, que nadie se sienta aquí despreciado, que hay amor para todos. Les meteré una mordaza en la maleta a cada uno de ellos, que se ve que les molan tanto como a mi). Hablo de la cifra de ocupados que cotizan en España. Con contrato temporal (porque nada es para siempre, decían sus ojos tristes).

Todo esto para contaros que vuelvo a trabajar en un puesto de libros en verano. Me gusta enredar las cosas más de lo que le gusta a la gente decir que se han leído ‘La metamorfosis y otros relatos’ de Kafka. Y que lo han entendido a la perfección a la primera (‘¡Menos mal que la madre no tenía Cucal en la casa ese día, que si no…el libro termina pronto!’ REDOBLE Y PLATILLOS).

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No es que no haya tenido más opciones que el puesto de libros: he podido irme a Londres a trabajar en una compañía (pero como buena española que soy, yo cotizo en España. No es que a Wert no le haya salido del alma poner becas para prácticas, es que quería formar parte de la cifra buena, no de la mala, de la de esos herejes que emigran porque no saben valorar lo que tienen aquí), he podido seguir dando clases de inglés (no voy a pintar esto, los niños cansan. Son preciosos, pero cansan más que una insolación – como la que tengo yo ahora).

Incluso he podido entrar fija a la RAE. Si, si. La Real Academia Española de la Lengua. Es una historia curiosa, pero no la voy a contar hoy. La cuestión es que me ofrecieron un sillón en la sala grande aquella y yo no cabía en mi de la emoción. ¿Qué condiciones tendría? ¿Qué letra me ofrecerían? ¿Sería la ‘A’ de Alba? ¿La ‘N’ de Novoa? ¿La ‘F’? (de Fajardo, guapetes, que no es la primera vez que me hacen el chiste) ¿Podría por fin pagarme un microondas y una licuadora para mi piso nuevo? Muchas preguntas rondaban mi mente. Yo no paraba de pensar que aquello sería algo parecido a un ‘Men in Black’ de la lengua: ”Señores letrados, queda apalabrada aquí y ahora la introducción al diccionario de la palabra ‘amigovio’, que es muy moderna, como nosotros. ‘J’, no joda la marrana y
vote en contra, que nos queremos ir de vermús ya”. El paraíso. Llegué el primer día y me otorgaron mi asiento. Llegó la hora de votar la introducción de la palabra ‘almóndiga’: ‘A, B, C, D, E, F, G, I, K, L, M, N, Ñ, O, P, Q, R, S, T, V, W, X, Y y Z, se muestran a favor. ‘J’ sigue jodiendo la marrana. ‘H’ no se ha pronunciado, como de costumbre. Introducimos ‘almóndiga’. ¡Viva la princesa del pueblo!’. Mi micrófono nunca funcionó. Se toman tan en serio las cosas que la ‘H’ es muda de verdad.

Y a mi muda no me dejan, oye. Así que me he venido a mi puesto. Estoy esperando a que venga el hombre que el año pasado venía a decirme y justificarme que el Esperanto era el mejor idioma del mundo. Quiero demostrarle que el único idioma que vale hoy en día es el ‘Minion’. Es el Esperanto del futuro, el idioma universal por excelencia. Y si no lo es, me da lo mismo. Sería la risa ver un titular estilo: ‘Loca del coño acusada de ofensas al poder en Minion’. Pero creo que ese idioma no lo maneja la ley mordaza todavía, ¿no? Entonces: Oh, goberni papaguinos, tu ere stupids com la Bankaia. Y tutti les things. Goberni kaput. Mua.

Y aquí paz y después gloria.

 

Alba Novoa

http://albanovoaf.wix.com/albanovoaf

 

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