Moda rápida
Vísteme rápido que estoy parado y tengo todo el tiempo del mundo. Somos gilipollas. Me lo he ido oliendo desde hace un tiempo. Si unos pueden vender mierda barata y le sacan beneficio, ¿cuánto no le sacan los que la venden cara? Si la pueden rebajar tanto en rebajas, ¿cuánto le costará cada pieza a ellos? Pero lo que más me ronda la cabeza, ¿por qué necesitamos siempre ropa nueva?
El otro día bajé a Pull&Bear a comprarme un vestido que me tenía enamorada. Ni lo miré. Lo compré. A la hora de pagar, tuve que observar como la dependienta metía el vestido en mi bolsa como meto yo la ropa en el armario – engurruñía y de mala manera (pero su trabajo antes era doblarla y tratar la prenda como oro en paño – yo compraba en el primer Zara de Coruña y sé de lo que hablo). Para más jodienda, llego a casa y, tras quitarle la etiqueta, veo que tiene un tremendo señor agujero en una de las costuras. Era un vestido ajustado. Bajo a reclamar y me dicen que ‘no etiqueta, no party’ básicamente.
Me cago en todo. Me paro a pensar y ha sido una hora de trabajo lo que me ha costado, literalmente. Me lo han arrugado. Me lo han vendido roto y aún encima se han reído de mi en la cara. No era la primera vez, pero sí la última. Sin yo saberlo.
Todo este artículo, este asco repentino que le he cogido al fast fashion (moda rápida), es culpa de Netflix y sus documentales. Especialmente de uno: ‘The true cost’. Os animo a verlo. Sobre todo si sois de esos/esas que necesitan salir a comprarse ropa nueva cada vez que vais a hacer caca para no ir desfasados de la moda (la moda no existe, son los padres. La moda es tuya y de nadie más). Es increíble verlo y darte cuenta de que te vistes con el sudor de gente que es maltratada para que cosan prendas que no podemos permitirnos.
Ojalá un café con el señor Ortega para poder decirle muchas cosas de las que me he dado cuenta en sus tiendas con los años (estampados repetidos y reciclados, modelos de rebajas que pasan a temporada, ropa que queda mejor en la percha que en el cuerpo, ropa a la venta rota y/o manchada, trato de los empleados y lo de tratar la ropa que acabas de pagar como retales de mercadillo), ojalá. Pero también para sugerirle que todo ese dinero que presume de invertir en causas como el cáncer, lo utilice en darle unas condiciones dignas a la gente que realmente levanta su negocio, porque trabaja sus materias primas. Que no se les caigan los edificios encima. Que no se quemen. Que sus jefes no les peguen porque no quieran ser explotados más.
Este año regalos reciclados y algo que estimule la creatividad. En fin de año, los €60 del vestido en comida y copas con los amigos. En momentos. En cosas que merecen la pena de verdad.
Y de ropa nueva, nada, que lo retro está de moda siempre.
Vedlo: ‘The true cost’ http://truecostmovie.com/
Alba Novoa
http://albanovoaf.wix.com/albanovoaf