Me encantaría vivir «El momento taxista»
A mí me encantaría vivir el momento taxista. No el de tener como en Madrid un carril para ti solo e ir a toda pastilla adelantando coches y más coche pasando de atascos… no; ni el de tener siempre sitio propio en las paradas… tampoco; ni tan siquiera eso de detenerse en cualquier lugar y que el personal lo comprenda… ¡¡¡que va!!!; y ya no te digo moverse un metro y cobrar 2 o 3 euros… que eso debe ser lo máximo… pues ni eso.
Entonces, ¿cuál es ese momento taxista que me encantaría vivir, que tanto deseo, que sería mi plenitud? Estar en la parada calentito y tranquilo leyendo el periódico o con una tablet esperando a que llegue un cliente… pues tampoco; salir y echarse un pitillito con los colegas… no; arrearse un bocata de chori y luego sacar de termo y tomarse un café… que casi en vez de un coche parece que estás en un chalé y con piscina, que si estás en Galicia, con lo que llueve, es como si la tuvieras…. pues neniño, ni eso.
El momento taxista, el auténtico momento taxista que añoro es cuando el profesional del volante sale del coche, y mientras el mundo arde, el Ibex baja o sube, un millón de tíos se preguntan qué pasó con el avión de Malasia, y otros cinco sobre lo que dijo el Papa o el Banco Central Europeo… él, con un pañito de Cadena Cien, le da lustre a la carrocería, se separa unos metros, gira la cabeza, mira hacia un lado, hacia otro, se agacha como si jugara a golf y… ¡¡¡¡¡nooooo!!!!! ¡¡¡¡una motita de polvo en la puertaaaaa!!! ¡¡¡¡una motitaaaaaaa de polvooooooooo!!!!, y allá va él, trapito en mano a quitarla.
Y luego… luego, no falla. Una mirada a las ruedas, otra mirada más y… en plan torero, citándola, como si estuviera en Las Ventas, patada que te crió a ver cómo está de presión; que esto si que es alucinante, le da el tío una coz y ya sabe si el neumático lleva 2 kilos, 2,200 o 2,500. Ni en Ferrrai consiguen eso.
Como tampoco falla lo de abrir el capó para ver el motor, y hacer no sé qué; bueno sí, nada, porque qué vas a hacer metiendo la mano en un motor, sin herramientas y solo dos minutos… pues nada; si eso fuera un Ferrari aún, al menos disfrutarías al verlo, supongo, pero un puto Citröen Laguna de diez años, que cojones vas a hacer salvo ponerlo a la venta…
A mí me encantaría vivir todos los días El momento taxista; aislarme totalmente del mundo, comprarme un pañito, mirar el coche de arriba abajo y dejarlo como una patena. Que aparece el avión de Malasia… que aparezca; que no aparece… pues no aparece, mira que no se han perdido cosas; que el Papa dice no sé qué de los matrimonios gays… que diga; que el BCE sube los tipos de interés un 800% o los baja y le sale negativo a -400%… pues que los suba, los baje o los empate, vas a comprar eso con la motita de polvo y el placer de acercarte a ella con el trapito y tal cual la ves… ¡¡¡zas!!! y el Laguna como nuevo…
Sinceramente, El momento taxista es lo máximo; con decirte que estoy por pintar mi coche de color blanco, ponerle un escudo en la puerta de cualquier ciudad, un número, y esté donde esté encender la luz verde indicando que está ocupado y que no me mareen…
Manuel Guisande
http://manuelguisande.wordpress.com/