Leyendas del Bierzo: Tradiciones religiosas ancestrales en El Bierzo, ‘El culto a las “ánimas” de nuestros difuntos’
Indudablemente, el entorno y profesión católica que ha mantenido la población durante siglos ha consolidado un sustrato de rituales y creencias en torno a las almas de los familiares, amigos, vecinos,… fallecidos. Aunque actualmente se hallan en cierto desuso, todavía
recordamos un rosario de actos y celebraciones cuyo objeto y finalidad fundamental era salvar a aquellos seres “purgantes” que solamente podían emerger de este estado con nuestra oración y plegarias.
El análisis sobre estas maneras de comportarse aconsejaría un estudio profundo y serio, únicamente al alcance de algunos antropólogos culturales bien acreditados e informados. Sin embargo, uno simplemente se atrave a mencionar unos mínimos pormenores- quizá llamativos mas no relevantes- que tratan de aspectos exteriorizados de esta “afición” o querencia mortuoria.
De este modo, es atinente citar, entre muchas varias, estas notas distintivas:
– En Castropodame se procedía antiguamente a rezar de forma cotidiana e intensiva (el mes de noviembre completo) en honor y recuerdo de los deudos de cada cual, en particular (y de todos, en general).
– En otros lugares diversos se trasladaba la imagen de la Virgen, incluso de casa en casa o se cambiaba de ubicación controladamente, para estimular a la feligresía a rogar a Dios por las ánimas dolientes del Purgatorio.
– Se han constatado casos de conmemoraciones del Aniversario del sepelio de una persona, que han llevado aparejada una Novena o un conjunto de actos litúrgicos.
EL MAGOSTO Y LAS INFLUENCIAS ECLESIALES:
– Se detecta un matiz pseudorreligioso en la costumbre de abandonar unas castañas asadas, después de la fiesta, en previsión de que los espíritus de los allegados de los allí presentes las aprovecharan de los restos con fruición.
– En el municipio de Toreno- y tal vez en otros próximos- se lanzaban castañas (crudas o asadas) en señal de agradecimiento y reconocimiento a todos aquellos que contribuían en el año litúrgico, con sus aportaciones dinerarias, a engordar el “cepillo” parroquial (el correspondiente a las ánimas). Se relata que la cantidad de fruto recogido (procedente de la torre del templo eclesial) era proporcional al volumen de limosnas aportadas anteriormente.
LAS BRUJAS O “MEIGAS”:
Estos personajes denostados y perseguidos en épocas determinadas representaban el papel de lo que se asemeja a almas “impuras” y conductas maléficas. Su leyenda las caracteriza en el centro de un claro boscoso, pergeñando sus tropelías futuras y adorando a un ser espantoso y sucedáneo del demonio: el “macho cabrío”.
Es necesario referir el hecho de que, por otra parte, hubo en momentos precisos habitantes (normalmente del sexo femenino) a los que se atribuían dotes paranormales, muy especialmente por su exagerada energía capaz de dirigir y mediatizar la vida de sus
congéneres. Tal como se ha expresado, solían ser mujeres viudas o solteras cuya simple visión turbaba a los caracteres mas débiles. En parte, se las asociaba con desgracias venideras y era evitada su presencia, siempre que fuere menester.
EL FUEGO, PURIFICADOR DE “ÁNIMAS”:
Se han contado oralmente un compendio extensivo de procederes y acontecimientos en que los lugareños comarcanos se sirvieron del fuego, en cuanto a método de destrucción de la maldad y de los problemas y desventuras causadas por lo “negativo y oculto” (imposible de canalizar).
Hoy en día, el “conxuro da queimada” aún desgrana en sus admoniciones unas sentencias repetitivas en el sentido de “ahuyentar lo malvado, negro y perjudicial” y, al contrario, ‘abrir el camino a la concurrencia de fuerzas
positivas y convenientes’.
VALERIO DE EL BIERZO:
Este Santo, eremita en episodios e intervalos amplios de su existencia, se vislumbra como un monje que “poseía un alma atormentada por un acontecimiento truculento, estigmatizante e inolvidable”.
LAS TRASTADAS EN EL BIERZO ALTO O “TRASNADAS” (Manuel Cuenya):
Este escritor, con producción arraigada en Noceda del Bierzo y sus gentes y orígenes, nos
comenta una tradición habitual y generalizada hasta hace bien poco. Aunque es propia asimismo de otras zonas de nuestra área geográfica (Oencia, por ejemplo), se halla matizada con todo un lujo de detalles y peculiaridades mayor por el literato recién mencionado. En consecuencia, a sus escritos nos remitimos con sumo agrado, por resultar colateral al tema central a contemplar.
Otro hábito social, recurrente e inexcusable, manifiesta un exponente cuasi obligacional y devocional. Someramente, nos tomamos la licencia autorizada de transcribir y copiar literalmente un extracto de nuestro amigo Manuel Cuenya:
‘Cada sábado un vecino tenía que ir a pedir limosna por las casas de todo el pueblo para las ánimas benditas. Este dinero debía entregarlo al cura parroquial al día siguiente, el domingo. (…). Se podía “pagar en especies” (resumen del párrafo de referencia). El encargado iba provisto de una cesta de mimbre y una cruz de madera. La respuesta era: “Que las ánimas benditas se lo paguen”. Cuando el fiel no podía dar nada decía: “Rezo”.
(Sic…)
En definitiva, en lo antedicho no se refleja mas que unas breves pinceladas que delatan la importancia que contenían, en tiempos no demasiado alejados, lo que se calificarían como “ritos funerarios”, con incidencia notoria en el caso de consideraciones respecto a las “ánimas” expectantes del Purgatorio.
M. B. T. G.- El eco del Bierzo