Leyenda berciana: Las siete hermanas peregrinas perdidas en el Bierzo
Hoy nos acerca los amigos de Ecos del Bierzo una historia de Leyendas bercianas. Este es un relato de los más conocidos y típicos en la tradición oral berciana.
Antes de proceder a la narración, es preciso calificar a nuestra región como “tierra de María Santísima”, en referencia a una tradición mariana ancestral, con mucho vigor y fortaleza. Las siete vírgenes en que se convirtieron las siete muchachas que hacían la Ruta Jacobea pudieran bien ser: la de la Guiana (o la Güina), la de los Escallos, la de la Encina, la Virgen de la Peña, la Virgen del Valle de Cabrera, la de Fombasallá, la de las Angustias, la de las Nieves de
Valdeprado, la del Cebrero,… Según la comparación histórica el número de jóvenes andarinas podría ser tanto siete como nueve (las hermanas de Tras-os-Montes en Portugal, las asturianas,…), o las de la mitología clásica.
Por otra parte, cabe trasladar el dígito 7 al ámbito cabalístico. En este campo está revestido de propiedades relevantes, al igual que en la doctrina pitagórica. También el cristianismo (que prefiere el conjunto docenal) lo utiliza con cierta asiduidad: los 7 Días de la Creación, las 7 virtudesteologales, los 7 pecados cardinales,…
LA LEYENDA:
Cuentan nuestros antepasados que, en un tiempo inmemorial, siete hermosas doncellas venían cumpliendo con la devoción jacobea y se hallaban en el Alto de Foncebadón. En este exacto lugar, la más mayor se quedó en un punto adecuado con la benjamina (que se quejaba lastimosamente de unas heridas que en el pie se le habían producido). Fue entonces cuando la “guía” de la comitiva (ciertamente la primogénita) dio permiso a sus hermanas para que se solazasen un buen rato, mientras ella curaba a la doliente del modo más delicado y amoroso posible.
Las cinco jovencitas rápidamente desaparecieron,encandiladas por la increíble belleza del paisaje de El Bierzo. La hermana mayor, tras socorrer a la menor, intentó en vano hallar a sus anteriores acompañantes. Ante la imposibilidad de encontrarlas, buscó un enclave desde donde contemplar todo el paraíso berciano. Su sorpresa fue mayúscula: todas sus hermanas peregrinantes brillaban cual luceros en diferentes ubicaciones (en el paraje de los Escallos se situaba la caminante más pequeña y las otras
permanecían distribuidas por la geografía de nuestra Comarca: la Peña de Congosto, Fombasallá, al lado del Castillo Templario de Ponferrada, en Llamas de Cabrera, en Anllares o Valdeprado, en Cacabelos, en el Valle de Fornela,…).
Ella sinceramente decidió- ante el panorama oteado- no moverse del Pico de la Aquiana y, al cabo de un corto periodo de tiempo, los feligreses y parroquianos de la zona le construyeron una ermita.
Finalmente, es absolutamente necesario afirmar que el surgimiento y mantenimiento de las grandes romerías bercianas procede de un culto a nuestra Madre María Santísima (presente con una frecuencia inusual y constante en nuestro entorno).
Artículo de nuestro amigo de ElEcodelBierzo.-M. B. T. G.