La nochebuena y los muertos
Cuanto menos esperes de algo, más te sorprenderá. Es una frase que me grabé en el cerebro cuando era pequeña y, a día de hoy, sigo comprobando que es así. Ahora mismo es jueves, de noche, acabo de volver de la calle después de una mañana de ensayos y una tarde dando clases de inglés a muchos, pero que muchos niños.
Hago un paréntesis aquí para agradecer a todos esos padres que mandan a sus hijos enfermos a las academias. Sois amor puro y los profesores os queremos un montón. Es cierto. Es tan cierto como lo de que Rajoy sabe pronunciar la ‘s’ perfectamente y sin escupir. Tras haber hecho evidente la ironía, cierro paréntesis y sigo. Pues eso, después de haber ensayado y haberme pasado la tarde vaciando calabazas y enseñando cómo se dice ‘vampiro’ en inglés (‘Seño, pero es que yo no vengo de vampiro. Yo vengo de Drácula.’ – J.L., 5 años. Hay que comérselo), he recordado que había promoción en un restaurante que me gusta mucho y que unos amigos mios estrenaban una obra en Microteatro por dinero, en Málaga. He secuestrado a mi compañera de piso y nos hemos ido. Mientras cenábamos, le comentaba que no sabía por dónde iba a salir la pieza. No estaba segura de si me iba a gustar o no. De si iba a ser parecido a aquel sketch que había visto de mi cómico favorito o no. Iba con el cuerpo raro, para resumir. Hemos salido del restaurante y hemos llegado al local de microteatro.
Hemos entrado a la sala. Y desde el momento en el que han entrado mis compañeros hasta el momento en el que han salido, no he parado de reír. Se me ha quitado el cansancio de golpe. Y he flipado en colores. En todas las tonalidades del Pantone. Supongo que sabéis que hay tres preguntas universales. Me refiero a las más importantes, las que dan sentido a la vida. Estas son: ‘¿Ser o no ser?’, ‘Artista, ¿se hace o se nace?’ y ‘Paquirrín, ¿cómo coño tiene los huevos tan gordos para grabar una canción y quedarse tan tranquilo, así como si no hubiera pasado nada?’ (He dicho una palabrota, perdón). De la primera y la tercera paso por completo. Pero, tras cuatro años en una escuela de arte dramático, y después de haber visto lo de esta noche, creo cada vez estar más cerca de la respuesta de la segunda. A día de hoy contestaría que se tiene que nacer con talento para poder trabajarlo después. Si no naces con él, por mucho que trabajes, no llegas. Da igual que entres en una escuela para aprender a interpretar; en una escuela te enseñan a limpiar movimientos, a organizar acciones e ideas, a crear cosas. No te pueden enseñar algo que tiene que salirte de dentro. Ese algo, lo he visto hoy en escena. Lo he visto en ellos. No porque fueran mis amigos, sino porque he visto dos actores disfrutando con lo que hacían. No había nada forzado, a diferencia de otras piezas ‘cómicas’ que he visto en el mismo local. Les he visto disfrutando un texto que, aparte de ser hilarante, han escrito ellos. Y han hecho algo que es más difícil todavía, que es dirigirse a ellos mismos. Como compañera de profesión, estoy a sus pies ahora mismo.
En realidad, siempre lo he estado. Juro que no me han pagado nada. No ha habido sobornos de ningún tipo. Es que, simplemente, he comprobado lo que ya sabía: son dos actores brutales. Le pese a quien le pese. De mayor quiero ser como ellos. Y punto. Bueno, no. Y punto no: ‘Muerte en nochebuena’, del 30/10 al 22/11 en Microteatro por dinero (Málaga). Sala 1. €3,5. Id. Y punto.