La matanza del cerdo: una fiesta en familia
- El puente de diciembre ha sido aprovechado por muchas familias para ejecutar esta tradición para el autoconsumo
El puente de diciembre fue aprovechado por las familias de la provincia de Ourense para la matanza domiciliaria del cerdo, una tradición ancestral que se conserva intacta, en cuanto a su ejecución, pese a que ha ido perdiendo “fuelle” en número de sacrificios durante los últimos años. La comarca de Valdeorras es espejo de ello y la tendencia pasa, cada vez más, por la compra del cerdo ya cebado en granjas, una adquisición que si es criado con alimentación casera, alcanza los 800 euros en ejemplares de algo más de 100 kilos.
Es el caso de Benito González y su familia, vecino de A Rúa, que no renuncia a la matanza pero que compra el cerdo ya cebado. “El proceso que hacemos en casa es el mismo, sólo que en lugar de criarlo nosotros, lo compramos ya cebado”, cuenta.
De hecho, al igual que muchas familias, la de Benito Fernández también aprovechó los días festivos del puente para la matanza, quien destaca que es toda una fiesta familiar, donde al trabajo que supone el sacrificio, despiece y elaboración de los derivados del cerdo como los embutidos (chorizos, androllas y jamones) se compagina con las comidas familiares, siendo la “reina” de la mesa la “freba” (carne del cerdo), la “zorza” o, incluso, las famosas “filloas de sangre”. Todo ello, eso sí, con la previa prueba de la triquinosis, realizada por los veterinarios, para certificar el buen estado sanitario de la carne.
“Pienso que de todo el proceso de la matanza, lo que más trabajo da es hacer los embutidos, chorizos y androllas”, argumenta Benito Fernández.
Precisamente, esta laboriosa tarea, unida al hecho del envejecimiento de la población, es sólo alguna de las razones por las que cada vez se van realizando menos matanzas.
Es tiempo de matanzas y de fiestas gastronómicas en torno a los productos derivados del cerdo.