Fin de año, planes de pensiones
Como todos los fines de año, cuando llega el último trimestre la actividad de las entidades financieras en comercializar planes de pensiones se intensifica. Eso es así por muchos factores ya que en primer lugar es un dinero del cual puede disponer a un largo plazo e invertirlo, además de que sirve la contratación de estos productos para cuadrar las cifras de las entidades cara al cierre del ejercicio.
Las entidades argumentan de varias formas para que sus clientes los contraten. Que si es conveniente para conseguir un complemento a la pensión de la Seguridad Social cuando llegue la edad de jubilación, que es una forma segura de ahorrar dinero a largo plazo o que posee una rentabilidad fiscal al permitir desgravar (hasta ciertos límites) en la declaración de la renta del titular del plan de pensiones. Todo es válido con tal de que el cliente firme y contrate, pero lo cierto es que algunas razones para hacerlos poseen más peso que otras.
Veamos lo que define la ley como planes de pensiones: “Los planes de pensiones definen el derecho de las personas a cuyo favor se constituyen a percibir rentas o capitales por jubilación, supervivencia, viudedad, orfandad o invalidez, las obligaciones de contribución a los mismos, y en la medida permitida por la Ley, las reglas de constitución y funcionamiento del patrimonio que al cumplimiento de los derechos que reconoce ha de afectarse.”
Un poco engorroso pero interesante ya que deja bien claro lo que es y que conllevará en un futuro.
Es un producto de ahorro en el que el titular, llegada en el futuro una de las situaciones indicadas, o sea, jubilación, invalidez, fallecimiento del titular, a lo que añadiremos enfermedad grave regulada por la Ley de Dependencia y parado de larga duración, podrá disponer del dinero ahorrado (o sus herederos en caso de fallecimiento) en forma de una renta mensual, de un capital total o una forma mixta de ambas.
El plan de pensiones da un derecho de cobro en el futuro y que está pensado para que sea llegada la edad de jubilación. Es por eso que el argumento de las entidades de que debe de servir de complemento a la pensión recibida es realmente el correcto y por el cual nos deberíamos de orientar a la hora de contratar o no un plan de pensiones.
Si nos fijamos en el argumento de que es un producto de ahorro a largo plazo y sin riesgo, aun siendo verdad, no es el producto correcto si lo que queremos es tener el dinero seguro pero disponer de él antes de jubilarnos. Para eso hay otros productos de ahorro a largo plazo que permiten la retirada antes del dinero ahorrado y su rentabilidad.
Y si vamos al argumento de que posee una rentabilidad fiscal ya que permite desgravar al año siguiente en la declaración de la Renta del titular el dinero destinado anualmente a este producto, eso es verdad, pero solo a medias. Los clientes no son advertidos que lo que realmente hacen es diferir el impuesto, es decir, dejan de pagar en el ejercicio siguiente por la cantidad destinada al plan de pensiones y esa obligación la trasladan en el tiempo al momento que les nazca el derecho a cobrar el capital, renta o ambas cosas.
Es decir, se deduce de los ingresos del titular la cantidad destinada anualmente a planes de pensiones (con límites legales) pero eso se ‘vende’ como que nos ahorramos impuestos y eso no es del todo cierto. Nos ahorramos de pagar por esa cantidad de ingresos el año que viene, pero nos nace la obligación de tributar por ellos cuando los cobremos. Y este argumento es algo que no muchos profesionales de la banca lo saben ni dejan claro a los clientes.
Lo que es innegable es que estamos ante un producto que es muy conveniente su contratación para cualquier tipo de cliente, más por cómo se está poniendo la cosa para conseguir una pensión pública digna. Sin embargo hay que reconocer que no es ideal para aquellos clientes que posean una situación económico profesional inestable ya que de poco vale querer mirar para la jubilación si a corto plazo no se tiene ni trabajo. Conveniente su contratación, sí. Recomendable, depende del perfil de cada cliente.