Fama fugaz «El talento único de la anorexia terminó devorándola»
Desde su nacimiento, su vida fue un largo de rosario de tragedias. Hasta poco antes de los 20 años, vivió “secuestrada” por una madre enferma, depresiva, que deseaba “protegerla” en un modesto domicilio, del que la niña no salía ni siquiera para ir a la escuela.
Sola, la niña Isabelle Caro sufrió durante ocho largos años una anorexia que nadie le curaba ni trataba. Cuando los médicos comenzaron a tratarla, hacia los veinte años, la mujer joven comenzó una vida atroz.
“Mi madre me amaba con locura. No me dejaba salir de casa. No estaba secuestrada. Pero cuando ella se hundió en la depresión, mi vida se convirtió en un tormento. No salí de casa hasta los quince. Era anoréxica desde los trece…”
Isabelle tenía a los 25 años la figura de una anciana, con un metro sesenta y cuatro centímetros y poco más de 25 kilos.
La foto de Isabelle desnuda, realizada por Oliverio Toscani en 2007, dio la vuelta al mundo y convirtió a la modelo en un símbolo de los devastadores efectos causados por esta enfermedad. «No anorexia, no-l-ita», rezaba el eslogan de la campaña que había financiado la marca de ropa italiana No-l-ita.
A los veinte años fue hospitalizada por vez primera. En vano. Durante el resto de su vida, nunca llegó a pesar mucho más de 30 kilos. Cuando Oliviero Toscani la descubrió y la convirtió en la “estrella” de sus fotografías contra la anorexia, Isabelle cobró una cierta fama fugaz.
La modelo murió en un hospital parisino, donde pasó las dos últimas semanas de su vida, aquejada de insuficiencia respiratoria, la anorexia le llevó a la fama y a la muerte.
El día de su muerte, Toscani ha dejado el testimonio más cruel: “Traté un poco a Isabelle. Hasta que descubrí algo atroz. Ella misma intentaba utilizar su anorexia, para convertirse en modelo, en actriz. Pero no tenía ningún talento. Y el talento único de la anorexia terminó devorándola”.