El móvil inmóvil en Dubai. Especial Guisande en los Emiratos

Manuel Guisande

Manuel Guisande

No sé cómo decirlo, o mejor dicho escribirlo; pero tengo así como una tendencia innata a fijarme en cosas a las que nadie presta atención. Y no es que lo haga aposta, sino que es como si tuviera un radar que cuando hay algo raro, allí está mi cerebro para captarlo. Y luego pasa lo de siempre, que comento a alguien… «¿te has fijado en…» Y ni dios lo ha visto. Ya puedo estar con un millón de chinos, o 458.000 de Crimea, que ninguno, pero absolutamente ninguno se ha fijado, y eso me lleva a una soledad conceptual…

Así que cuando Saeed Al Samahi, escritor y director general de Turismo del precioso emirato de Fujairah, puso un coche a mi disposición para que viera la ciudad, lo primero que pensé fue: «¿A mi disposición?, ¿no será para otro, que yo lo único que he tenido en mi vida a mi dispisicón han sido mil pavos en el cajero?». Y ya superado el trastorno mental trasintorio, cavilé: «pues con el calor que hace… a que le digo a este tipo del turbante que vamos a Galicia y nos traemos unas ostras…», puestos a disponer…

Total que el conductor y el acompañante me llevaron por varios sitios y mientras el funcionario conducía observé que en la mano zquierda llevaba un móvil como una tableta de chocolate. Al principio no le di importancia, pero fue un principio de récord, de segundos, porque como dábamos giros y mas giros a gran velocidad y el aparatejo no se le caía, volví a pensar: «menudo crack, a este no se le escapa el móvil ni de broma», mientras a mí, escapar no, pero los pulmones aplaudían con un entusiasmo en cada curva…

El Ferhalhaldo Alhonso este de la vida, por donde pasaba me iban diciendo los lugares; yo echaba un ojo adonde me indicaba e inmediatamente al móvil del paisa, como el tenis, vamos: monumento-móvil / monumento-móvil / monumento-móvil / móvil-monumento 30-15. No caía ni de coña el artilugio hasta que al parar en un semáforo, me eché hacia adelante y…

Pues entonces vi y me enteré que en los emiratos venden un dispositivo, tipo anilla, que se pega por la parte de atrás del móvil, por el aro metes el dedo (supongo que si te cabe la cabeza también) y lo llevas así como pegado a la parte superior o inferior de la palma de la mano, y de esta forma puedes conducir, beber, comer cuscús, suicidarte, bañarte…

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¿Que cómo es la ciudad de Fujairah?, preciosa preciosa; pero la anilla, es ver el aro y unas ganas de volver a casarme… pero con el móvil, claro, porque con esta pintiña de foto que me hice tras hacerme colegas de los funcionarios… hasta dudo que el móvil me acepte.

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Manuel Guisande

https://manuelguisande.wordpress.com/

 

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