Comisiones por descubierto: evítalas para siempre
Una de las comisiones bancarias más ‘sangrantes’ que te puedes encontrar dentro de tu día a día en tu relación con tu banco es la comisión por descubierto. Y te preguntarás porque la denominamos de esta forma. La respuesta es muy sencilla: los importes de las comisiones que te genera una posición en descubierto en las cuentas pueden ser infinitamente mayores que la cuantía en la que te has quedado al descubierto y que ha generado esta comisión.
Por desgracia, si te ha pasado alguna vez sabes a lo que nos referimos. Que entre un recibo que haya hecho que tu cuenta se quede en descubierto en un par de euros te ha generado un gasto doble con mucha probabilidad.
Por un lado, muchas son las entidades financieras que por el mero hecho de quedarte, aunque sea un solo céntimo de euro en descubierto, te aplican la denominada ‘comisión de posición deudora’, que otras entidades denominan ‘comisión por reclamación por posiciones deudoras’. Suele ser una cantidad fija que aparece dentro de la letra pequeña en el contrato de cuenta corriente que firmas cuando abres tu cuenta en el banco pero en la cual rara vez te fijas, más que nada porque crees que nunca te quedarás en descubierto.
El problema es que te das cuenta de esa comisión y lo que supone cuando te quedas una vez por casualidad o por un descuido en descubierto en la cuenta.
Verás que las entidades te cargan de media una comisión por ello que suele rondar entre los 20 y los 30 euros aunque el descubierto que hayas tenido sea de un par de euros.
¿Sangrante? Ahora se entiende. Que por quedarte en descubierto en 2 euros en una cuenta te veas obligado a pagar una comisión diez veces superior o más, es realmente ‘sangrante’.
Pero no queda ahí la cosa, ya que además de la comisión por quedarte en descubierto, las entidades financieras cobran intereses por ese descubierto. O sea, como ese dinero se lo debes al banco, mientras estés en descubierto estás generando intereses que deberás de abonarle al banco por permitirte estar en descubierto, como si de un préstamos se tratase.
El problema y lo ‘sangrante’, que puedes haber sufrido en tus propias carnes ya, es que ves que el tipo de interés que te aplican las entidades no es el del tipo legal del interés del dinero, o este con un diferencial pequeño a mayores. No, el tipo de interés diario por cada día que tienes que abonar son los famosos 29% que te aplican en concepto de demora.
Si sumas ambas cosas, comisión por reclamación de posiciones deudoras e intereses por descubierto al 29%, es cuando te darás cuentas de lo sangrante y económicamente doloroso que supone el quedarse en descubierto por poca cantidad que sea. El que por dos euros, llegues a pagar en comisiones 40 euros parece algo abusivo, pero por desgracia ocurre con más frecuencia de lo que imaginamos. Ya no digamos si te quedas un par de veces al mes en descubierto.
¿Cómo evitar para siempre cualquier comisión por descubierto?
Si el problema de que te quedes en descubierto es debido a que te has quedado sin ingresos, que se te hayan reducido, cambiado de fecha en la que los recibes, la cosa pasa porque bien reduzcas los gastos y aprendas a gestionar mejor las fechas en las que los realizas.
Pero si el que te quedes en descubierto es solo por un descuido tonto que tengas, la cosa ya ves que te puede resultar muy cara.
Consejos para que te olvides de la comisión de descubierto y sus consecuencias.
- Controlar la fecha en la que tienes mensualmente tus ingresos (nómina, pensión,….)
Está claro que toda cuenta tiene un incremento de saldo que ocurre cuando tienes el ingreso y va cayendo con tus gastos del mes hasta que vuelves a recibir el ingreso. Partiendo de que tus ingresos son mayores que los gastos, puede que el descubierto se deba a que tengas mala gestión en las fechas. Por eso, lo primero es que sepas la fecha de tus ingresos.
- Lo segundo, es saber la periodicidad con la que tienes los recibos que tienes domiciliados. Tendrás recibos mensuales, bimensuales o incluso anuales. Tener en cuenta eso para poder tenerlos en cuenta cada mes. Una vez que sabes en que meses te llegan, deberás de controlar las fechas en las que se te cargan. Eso es fácil ya que prácticamente todos los que giran recibos suelen hacerlo siempre en las mismas fechas al mes.
- Tercero y último, controlar cuáles son tus gastos habituales en el día a día sin ser de recibos: la cesta de la compra, gastos diarios, …, aquellos que suelen ser en efectivo y que para ello debes de retirar dinero de la cuenta.
Salvo que todos tus gastos los pagues con tarjeta de crédito de pago al contado al final de mes, con lo cual ya sabes perfectamente el día en que te los cargan en la cuenta, este último tipo de gastos será difícil que los cuantifiques en fechas.
Si ya conoces todo lo anterior, ahora te queda solo el empelar una forma de control, una hoja de cálculo, un folio de papel si quieres o alguna herramienta financiera que te facilitan diversos portales de finanzas en la actualidad de forma gratuita.
Con estos últimos te permiten fechar los días que cobras y los que vienen los recibos, además de poder indicar cuando te van a pasar una tarjeta y, además te permiten conocer qué porcentaje de tus ingresos los destinas a gastos del día a día, con lo cal incluso te permiten cuantificar ‘a groso modo’ este tipo de gastos. Permitirá planificar los gastos en función de tus ingresos y las fechas de los mismos y evitar desgraciados descubiertos en cuenta.
Con 10 minutos al mes, que no es un tiempo excesivo se podrán evitar las ‘sangrantes’ comisiones por descubierto