El hombre que quería ser gallego

Manuel Guisande

Manuel Guisande

No sé si era de Cuenca, de Teruel o quizás de Jaén, no lo recuerdo bien; pero por razones que nunca explicó, quería ser gallego. Era como una obsesión, tal vez influenciado por eso que decían de las meigas, el esoterismo y las tradiciones mitológicas y ancestrales… Quizás fuera por eso, pero a ciencia cierta no lo puedo asegurar. Lo cierto era que su abuelo había nacido en Betanzos, una hermosa villa cercana a A Coruña, y que su padre le había hablado muchas veces de Galicia.

Un día, hojeando varios volúmenes en una librería, encontró uno que se titulaba Relatos de absurdo contenido; lo abrió, y en una página leyó: «Ser gallego no es una cuestión de nacer o no en Galicia; ser gallego es un concepto, una creencia, y casi cualquiera puede ser gallego. Es más, un gallego puede sentirse gallego un día, al siguiente turco para volver nuevamente a ser gallego y a la semana de Kazajistán. Todo depende de su sentimiento».

Entusiasmado por lo que acababa de leer, prosiguió con la lectura: «Galicia es como un centro de operaciones, al igual que la Nasa, desde donde se controlan los viajes espaciales, y los gallegos son los astronautas que viajan por todos los confines. El gallego —se decía en el libro— no tiene una tierra propiamente dicha. Si vive en Japón, por ejemplo, él está en Galicia; y lo mismo sucede si habita en Australia o en la India. Prueba de ello es que, si te invita a comer y abre la nevera, tendrá siempre, sea el lugar que sea, su botella de ribeiro, sus mejillones, su pulpo… Galicia realmente no existe, es una sensación, es algo tan interno que es una cuestión puramente metafísica». Se alegró, anotó el correo electrónico del autor y le escribió una carta en la que le decía que deseaba hablar con él para que le explicara más en detalle lo que significaba «ser gallego».

Unos días más tarde recibió la contestación y ambos quedaron en verse en Betanzos, adonde se había ido a vivir hacía poco tiempo. Durante la conversación no pudo indicar por qué quería ser gallego, pero que le atraía esa gente que lo mismo residía en un país que en otro, que se adaptaba a cualquier circunstancia, que ante la adversidad ponía buena cara y que siempre estaban felices.

Fotografía: Bruno Rico

Fotografía: Bruno Rico

El escritor le aclaró algunos conceptos que no comprendía y otros como que las palabrasbo y home son parte importante del léxico gallego y que, prácticamente, no se necesitan otras para comunicarse y entenderse. Le puso varios ejemplos, insistiendo en que esos vocablos no eran lo esencial, sino que se trataban de una seña de identidad externa, nada más. La clave, lo fundamental, lo que determinaba ser gallego estaba en el interior de uno mismo. Quedó bastante convencido de lo que escuchó, y antes de irse le comentó que iba a hacer varios viajes por Europa y que a su regreso quedaría con él para charlar nuevamente, pues le había parecido muy interesante todo lo que le había comentado.

Casi medio año después volvieron a verse en la misma localidad y entablaron una animada conversación en la que él de vez en cuando intercalaba bo y home; pero el escritor notó que cuando las pronunciaba estaban forzadas, un poco fuera de contexto, dichas en momentos en que no eran exactamente los apropiados. Él lo miró fijamente y le dijo al cabo de dos horas: «¿Sabes?, me siento gallego». «Y lo eres», contestó el escritor. «Lo dices por lo debo y home, ¿no?», añadió mientras sorbía un vino tinto. «No, no; eres gallego, pero no porbo y home, lo eres por algo muy, pero que muy especial, que es la esencia del gallego», añadió el literato. «¿Cuál?», dijo sorprendido. El escritor soltó un bo e inmediatamente respondió: «Porque no hay dios que te entienda».

 

Uno de los relatos de su nuevo libro, Relatos de absurdo contenido

Manuel Guisande

https://manuelguisande.wordpress.com/

 

Manuel Guisande sostiene su nuevo libro 'Relatos de absurdo contenido'

Manuel Guisande sostiene su nuevo libro ‘Relatos de absurdo contenido’

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