«En este coche no se puede fumar»
No sé que me pasa últimamente, a lo mejor es porque tengo mala suerte, pero llevo una racha que es solo acercarme a la portezuela para montarme en el coche de alguien y lo primero que oigo es: «En este coche no se puede fumar».
Entonces miras el vehículo, ves que tiene dos faros delante, unos intermitentes detrás, que también tiene ventanillas, limpiaparabrisas, ruedas, y te cuestionas: «No se podrá fumar porque lo dices tú ¿no?, porque mi coche es parecido, vamos, casi igualito, y como si quieres hacer un guiso de choupas, por mí… ».
Y siempre ocurre lo mismo. Paralizado con una mano en la manilla de la puerta a punto de abrirla, y en la otra el cigarrillo dándole más caladas en un minuto que pulsaciones tienes, surge la duda existencial: ¿tiro o no la colilla? ¿la guardo o no la guardo?. Hombre, hay otra posibilidad, que es mandar a tomar viento al tipo del utilitario, que aunque no se lo crea le estás haciendo un favor porque ya muchas ganas no tenías de acompañarle a ir a ver a no sé quien y aun encima sin fumar…
Entonces, casi siempre tras guardar la colilla en un bolsillo, que más bien parece ya una plantación, te subes al vehículo y lo primero que piensas es: «menos mal, menos mal que no vamos a Japón, porque hasta Japón sin una condenada calada… ».
Y lo que es la vida, te acuerdas de Hamilton, de Raikkonen y Vettel a ver si llegamos pronto, y cuando arribas al lugar indicado, ya antes de que se pare el vehículo buscas donde está el tabaco, palpas todos los bolsillos y cuando ya lo has localizado y vas a salir… «no bajes, que tiene el local cerrado; no está, vuelvo otro día».
Y porque te callas, pero exclamas un grito interior y desgarrador «¡¡¡¡¡ como que no estááááááá!!!!! ¡¡¡¡¡ tiene que estaaaaarrrrrr !!!!!» e inmediatamente dices, por si colara, «lo podemos esperar». Pues ni que hubieras dicho insulto, tu colega que da la vuelta, otra vez al lugar de partida y cuando regresas y bajas, te suelta esa frase que no falla: «Ves como se puede estar sin fumar».
Y piensas, porque en esas situaciones sin nicotina piensas que no veas: «Pues claro que puedo estar sin fumar, que el cuerpo da mucho de sí. Puedo estar sin fumar, sin beber, sin comer, sin reír, sin ir al cuarto de baño, sin volver del cuarto de baño, sin… pero que sin ti puedo estar mucho, pero que mucho mejor… ni lo dudes».
Manuel Guisande
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