Frutas trágicas
Ser trágica. Ser dramática. Ser profunda. Es precioso. Da para escribir historias pastelosas, sentidas, de esas que salen de las entrañas y tocan almas. El simple concepto de que el ser humano está condenado a la muerte desde que nace es fascinante a la vez que deprimente, ¿no creéis? La vida es tan brillante y tan oscura a la vez. Estas son apreciaciones que sólo las personas que somos hipersensibles podemos entender al cien por cien, porque somos trágicas, dramáticas, profundas. Excavamos hasta el fondo para llegar al núcleo y disfrutarlo intensamente. Es genial ese momento en el que puedes disfrutar de todo el sabor de la mayonesa del Mercadona. Es mejor que cualquier orgasmo. Dios, ese pequeño sabor amargo, pero suave a la vez. El de la mayonesa, claro.
Ser trágica, dramática, profunda, hipersensible. Es genial, pero tiene una parte mala también. No mola tener un mini ataque de ansiedad cada dos por tres – ‘Madre mía, se me ha roto la gomilla de las bragas. Mientras las observo en el espejo, pienso en los momentos que he vivido con ellas puestas y lo que significaban para mí. El mundo ya no será igual a partir de ahora, qué tragedia griega. Ni Medea. Guardaré esta sensación por si tengo que interpretarla algún día. Será la mejor Medea de todas’.
Pero no lo cambiaba por nada del mundo. ¿Sabéis lo bonito que es vivir la vida como si estuvieras en Amèlie, con la voz del narrador metida en tu cabeza todo el día? – ‘Aquella calurosa mañana de julio, alguien que todavía no había vuelto a casa vomitaba en una esquina los tres litros de Ron Montero que se había hincado la noche anterior. En ese mismo instante, la frutera le gritaba al distribuidor porque le había traído los pepinos podridos y los cherries machacados. También, en una cocina lejana, el cocinero y la pinche rompían la tensión que había entre ellos con un beso apasionado. Y Alba, nuestra protagonista, se despertaba con el sonido de los pájaros y el despertador. ‘Su puta madre’, exclamó. Se levantó a las 7.31. Si lo hubiese hecho a las 7.32, su té no habría estado tan concentrado y entonces, habría obviado aquella señal de dirección prohibida en las prácticas de nuevo, provocando un atropello que habría desembocado en un amor de película entre ella y la víctima, que casualmente era Channing Tatum, que había bajado al pueblo a por pan para las tostadas. Pero se levantó a las 7.31, asi que ostias en vinagre’.
¿Véis? Hasta lo malo es bueno. Es increíble ser así. Es un don divino.
Es un puto coñazo (ya me he dado en la boca con la mano por las palabrotas, no se preocupe nadie). Es super chungo. Es como ser un aguacate: somos duros y simples por dentro, pero atención a la piel, fea y rugosa. Pocos saben saborearnos, y los que saben, saben, pero es un rollo. A veces se echan en falta esos dos sopapicos buenos, esos cuyo subtexto es: ‘CHACHA, NO SEAS UN AGUACATE. SÉ UNA MANZANA VERDE, COPÓN’.
Alba Novoa
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