Rebeldía Contemporánea

Drusila

Drusila

La rebeldía, cuando en verdad se convierte en amenaza para cualquier sistema establecido, sea de la orientación que sea, y especialmente cuando tiene tintes totalitarios directos o disfrazados, es literalmente fagocitada por el mismo.
El término fagocitar deviene de la biología, cuando una célula asimila a otra célula o elemento para transformarlo, destruirlo o consumirlo.
Esta acción tiene tal similitud con la de los sistemas que como definición es bastante acertada.

Existen en la historia humana multitud de acontecimientos donde este proceso se desencadena, ya sea para la destrucción o para la asimilación.
La rebeldía grupal se entiende como rebelión, de las cuales la humanidad ha tenido millares.
Las conductas rebeldes son atributo animal, están asociadas con la evolución misma. Nada mas rebelde que bajarse de un árbol para husmear que hay en el suelo, y, para explorarlo mejor, alzarse sobre las patas posteriores desafiando la postura ancestral.

También de rebeldías primordiales están llenas las religiones, por ejemplo y sin ir muy lejos, en el pensamiento judeocristiano la humanidad es tal cual la conocemos producto de una mujer que se rebeló a obedecer no comer de determinado fruto.

Pasadas las edades los sistemas aprendieron a defenderse de la amenaza de cambio, la ultima gesta realmente profunda, el hippismo, terminó al poco de comenzar.
De todo se aprende, y la lección es que cualquier intento de rebelión clásico en nuestros días no podría siquiera asomar la cabeza, ya que justamente al mostrarse, automáticamente seria eliminado, asimilado, o lo que convenga.

El rebelde Potencial:

En el terreno de lo potencial, donde cualquier quimera es posible, inventemos como seria el rebelde más peligroso en nuestra época.
El auténtico rebelde contemporáneo tendría que aprender a hacerse invisible al collar de ahorque de los verdaderos poderes, quienes, no seamos ilusos, jamás son el gobierno de determinado país.
Pocos Estados pueden vanagloriarse de ser independientes, ya que con la tan mentada globalización eso año a año se desdibuja y queda como un cuento para satisfacer a electores.

El poder económico es el omnipresente y verdadero regidor de naciones y destinos.
Este poder ha descubierto la gran herramienta que le permite llegar a puntos de las vidas individuales inimaginables, la Información. Y los distintos elementos, como las inevitables tarjetas de crédito o las redes sociales las brindan a raudales.

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A grandes rasgos, el camino del dinero deja un rastro parecido a la baba de un caracol, especialmente cuando se utilizan las tarjetas de crédito que para algo se han impuesto.
Se puede, aunque los caracoles no sean vistos en acción, inferir que planta les fue mas apetitosa, cuantos había, que planta dejaron de comer, que planta ni siquiera tocaron.

Las, en apariencia inofensivas redes sociales también dejan rastros valiosos a los almacenes de información.
Y, dibujan con exactitud milimetrica tendencias. Las tendencias forman mercados, los mercados a su vez pueden modificar tendencias, y los grandes titiriteros manejan a su vez sus intrincados hilos sin temor que se enreden.

Por esos motivos, un auténtico rebelde contemporáneo debería aprender a ser invisible o, lo menos predecible para que la información brindada no sea de utilidad.
Seria un experimento interesante ver a que grado de histeria puede llegar un sistema si pierde de vista a un porcentaje, aunque sea pequeño, de su población activa.

Por supuesto, no entra en la criba las poblaciones hambreadas, de pobreza extrema, jirones de humanidad enlodada, gente rota, ellos no poseen tarjetas de crédito, ni internet, ni teléfonos celulares, lo que consuman o piensen poco importa, siempre que se queden dentro del corral asignado.

Volverse invisible sería cada día más incómodo, pero no imposible. No implicaría vivir en una caverna alimentándose de bayas, ni renunciar a los beneficios que la civilización brinda. Ser sutil.
Ya no es necesario extraños peinados, ni ropa estrafalaria, ni posturas cuidadosamente estudiadas, ni proclamarse de izquierdas en un mundo de derechas ni de derechas en un mundo de izquierdas.
El punto, con todo lo ante dicho es no llamar la atención, ser otro caracol común y corriente, pero, sin baba, sin rastros, como un caracol volador.

Nuestro rebelde de 2015 no tendría internet domiciliaria, aunque podría tranquilamente navegar en las redes sociales, pero sin decir nada personal, es mas, mentiría descaradamente en cuanto a gustos, preferencias, viajes, romances, música, placeres, ideologías, o resultaría tan contradictorio que imposibilitaría marcar una tendencia clara.
No utilizaría telefonía celular, el viejo cableado del teléfono fijo aun está disponible, y mas aun, el rebelde extremo no tendría teléfono, se puede vivir perfectamente sin ese aparato.
Pero, si se trata de un rebelde moderado podría tenerlo y utilizarlo rara vez, en las ocaciones que ameritan.

Jamás, pero jamás pediría un crédito, si hay que renunciar al sueño de la vivienda propia, mala suerte. Muchos renunciaron a la fuerza, con más de la mitad de una casa pagada, hasta que los bancos decidieron quedársela.
No compraría nada en cuotas, lo cual haría mermar notablemente todo tipo de adquisiciones, pero sonreiría satisfecho en su minimalista hogar, sabiendo que es un poco o muy invisible.

No aportaría información jamás, no cedería a la tentación de responder las miles de encuestas que saltan como arañas histéricas al ciudadano común, el «No Sabe/No Contesta» es la pesadilla de cualquier recolector de datos.
El rebelde extremo ni siquiera se molestaría en dar su conformidad por la atención en un bodegón, nada de nada.

Inevitablemente, por fuerzas mayores, un ingreso a un Hospital, o situaciones por el estilo, dejan algo de información, como que tipo de medicamentos se ha suministrado, marca y laboratorio.
Hay que admitir pequeñas derrotas, el rebelde sabría resarcirse desparramando mayor confusión para alimentar al sistema desorientado.

Ni de casualidad nuestro gran rebelde pediría una tarjeta de crédito, y si se la impone a la fuerza en el trabajo, pues bien, hay mil y una manera de comprar en efectivo, sin necesidad de informar que, cuando y donde.
Evidentemente es incomodo, porque el plan es que todas las personas dejen retazos de información, y hay que tener una profunda actitud de rebeldía, un convencimiento tal que las incomodidades consecuentes se ignoren.

Y, ¿cual es el objetivo de la rebeldía actuando así?
El derecho absoluto a la intimidad, a ser dueños de nuestros actos sin ser arreados como vacas,
Eludir la masificación, y sobre todo, preservar la majestad del individuo.

Y porque sí.

Sonia Drusila Trovato Menzel (Ilustración y texto)

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