Enrique Álvarez Barreiro, regidor de Vilamartín, el alcalde de “manos a la obra”: es el único de la provincia de Ourense que sustituye el “sillón” por la funda de trabajo para participar en la ejecución de las obras del municipio
- “No lo hago por populismo, sino porque me apetece y porque mi profesión como constructor es válida para aportar mis conocimientos o experiencia”, dice el alcalde
Enrique Álvarez Barreiro (PSOE), regidor de Vilamartín, es el único alcalde de la provincia de Ourense, y posiblemente de Galicia, que participa en las obras que se ejecutan en el municipio. Es el alcalde, en el sentido literal de la expresión, de “manos a la obra”.
El alcalde de Vilamartín se baja del “pedestal” que le otorga el bastón de mando municipal para estar en contacto directo con las cosas del pueblo. Sustituye el “sillón” por la funda de trabajo, de modo que se le puede ver regulando el tráfico envuelto en un chaleco reflectante, como ha ocurrido en la OU-536 (San Miguel de Outeiro) recientemente con motivo de la obra para apertura de una vía peatonal para peregrinos; montado en una retroexcavadora a pie de cualquier obra o con una pala en la mano.
Álvarez Barreiro no duda en “remangarse” y saltar a la “arena” de las obras públicas, una implicación que sorprende gratamente a los operarios de las empresas que realizan trabajos para el Concello pues resulta casi insólito en la clase política.
Es otra forma de ser o ejercer como alcalde, de dar ejemplo, si bien él le resta importancia por aquello de que es el encargado de la Concejalía de Obras y que, por tanto, “como edil de Obras, mi papel es supervisarlas”. Eso sí, omite que la supervisión de obras se transforma en acción, en un incesante “manos a la obra”.
El alcalde de Vilamartín sienta un precedente ejemplar, sobre todo porque no cobra sueldo, es decir, no tiene la dedicación, ni exclusiva ni parcial como alcalde. De hecho, siempre ha dicho que “que yo no vine a la política a ganar dinero, para eso ya tengo mi empresa” (Esculpedra).
Marcar esta diferencia supone más cercanía con los ciudadanos, pero también puede despertar críticas por no ser una función catalogada como específica de un alcalde, algo de lo que es plenamente consciente. “Algunos dirán, qué hace el alcalde trabajando ahí… Yo no lo hago por populismo, sino porque me apetece y, otras veces, porque considero que hace falta. Para mí es natural”.
Una naturalidad que brota de su profesión pues “soy constructor”, _dice_, y de ahí que “no me duelen prendas para ponerme una funda y hacer cualquier trabajo”.
Álvarez Barreiro reconoce que no es lo habitual posiblemente en otros alcaldes, con los que rechaza compararse con rotundidad. “Vengo del mundo de la construcción, tengo unos conocimientos o experiencia que puedo aportar en el desarrollo de las obras . Además, es posible colaborar porque éste es un municipio pequeño. A veces lo hago para mostrar a los operarios el tipo de trabajo que se quiere conseguir a los operarios. Además, ser alcalde no quiere decir que no tenga que ayudar”. Y opina que “predicar con el ejemplo siempre es positivo”.
Su intervención en las obras que se ejecutan en el municipio es también espejo de su personalidad pues “estar en un trabajo mirando no me gusta. Si estoy, estoy haciendo lo posible para colaborar”.
El alcalde dedica las 24 horas del día al Concello de Vilamartín y su móvil suena sin cesar para atender cualquier necesidad del municipio. De hecho, no le niega a nadie su teléfono. Además, es un alcalde implicado con su entorno.
Es voluntario de Protección Civil y el primero en acudir ante cualquier emergencia. Pero también tiene su faceta artística, pues es escultor y miembro del Folión Os Viticultores y activo en cuestiones sociales.
Enrique Álvarez Barreiro marca una diferencia en su deseo de que revierta en beneficio de los vecinos y su tierra, Vilamartín.